Los jóvenes ven en el 'comic' el complemento de su pasión por las series televisivas
El festival de la historieta de Barcelona fue visitado por un total de 80.000 personas
"Es más difícil pasar de la cultura audiovisual al cómic, que del tebeo al libro", así valoraba Marta Sierra, directora artística del Salón del Cómic de Barcelona, la masiva presencia de adolescentes en el festival de historieta que se clausuró ayer y que ha contado con la presencia de 80.000 visitantes. El público joven ha demostrado con su asistencia al salón que lejos de sustituir el grafismo en papel por la imagen electrónica, ven en el cómic el complemento perfecto de su pasión por personajes de ficción que aparecen en series televisivas, vídeos y juegos de ordenador.
En el creciente fenómeno de interrelación entre televisión, vídeo y cómic tienen que ver mucho los japoneses. Este mercado ha sabido importar un sistema basado en seleccionar, entre las series que más triunfan en el cómic, los personajes que pueden continuar su éxito comercial en la pequeña pantalla mediante series de dibujos animados. El triunfo en televisión genera a la vez una respuesta que hace incrementar las ventas y la popularidad de los cómics originales. A partir de aquí, el mercado se amplia a largometrajes realizados directamente para el mercado del vídeo doméstico, y por supuesto genera una amplia oferta de productos de merchandising.Este entramado comercial, criticado por los detractores del cómic, que lo consideran un subproducto cultural, hace que los jóvenes sigan utilizando la lectura para, acercarse a la fantasía. El cómic, en este sentido, supone una opción más personalizada y libre que la televisión, ya. que los jóvenes tienen que seleccionar el producto, adquirirlo y destinar un momento adecuado para leerlo.
Complicidad
Un ejecutivo de la editorial Planeta-Agostini comenta también la complicidad de los medios audiovisuales en el auge actual del cómic japonés. "Durante mucho tiempo creímos que la televisión y más tarde los videojuegos acabarían con la afición al cómic, pero paradójicamente se ha convertido en un gran aliado".Esto fue entendido rapidamente por la Fundación Hergé, poseedora de los derechos de Tintín, un clásico de la historieta que por voluntad testamentaria de Hergé, su creador, no podía ser redibujado. El paso del tiempo amenazaba con que la moderna sensibilidad del público infantil y juvenil rechazara este personaje por caduco. La solución fue la realización de una serie televisiva de dibujos animados que, sin traicionar su espíritu original, daba ciertos retoques que actualizaban esta creación. De esta manera el lector llegaba a los cómics tradicionales, pero con la visión moderna del personaje.
Spirou también ha rejuvenecido con una versión seriada en animación. El popular personaje belga también ha recibido el apoyo de la creación de El pequeño Spirou, un artificio mediante el cual al explicar la juventud del personaje, se crea uno nuevo mucho más actualizado.
La nueva eclosión por la lectura del cómic ha cogido desprevenidos a los editores de españoles, que dada la existencia de un mercado que parece no corresponderse con la afición que existe por este medio, no aceptan ningún riesgo. Esto ha generado la creación de un gran número de editoriales independientes auspiciadas por jóvenes editores de fanzines, que cada vez acercan más su productos a los estándares de la edición profesional.
En el salón, estos días se presentaban los números 1 de las revistas El tío Saín, de Murcia y La comictiva, de Bilbao. Estos son sólo dos ejemplos de como de las multiples iniciativas que parten desde los aficionados. Ediciones Camaleón, que editan Mondo Lirondo, revista de cómics ganadora del premio al mejor fanzine en el salón, dispone de un variado fondo editorial que define el actual momento del cómic. La iniciativa partió de jóvenes aficionados que sencillamente querían ver editadas obras que los profesionales establecidos en el campo de la edición rechazaban.
Junto a Mondo Lirondo, fueron premiados en el salón Francisco Ibáñez, que recibió el gran premio; Miguelanxo Prado, cuyo trabajo Trazo de tiza, fue considerada la mejor obra de 1993; Mauro Entrialgo, que fue proclamado autor revelación, y Alberto Breccia, el autor argentino fallecido el pasado noviembre cuyo álbum Informe sobre ciegos fue considerada mejor obra extranjera.
Babelia
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