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La OTAN prepara otra vez su maquina de guerra para atacar a los serbios

Lluís Bassets

La Alianza Atlántica estaba anoche de nuevo lista para entrar en acción en caso de que las fuerzas serbias de Bosnia hicieran caso omiso del nuevo ultimátum que les obligaba a retirarse, antes de las 2.01 de hoy, a 20 kilómetros del centro de Gorazde. Ayer, los jefes militares de la Alianza repasaron los planes de ataque y los objetivos con los comandantes de la Unprofor (fuerza de la ONU) en Bosnia, Michael Rose, y en la antigua Yugoslavia, Bertrand de Lapresle. Previamente, el secretario general de las Naciones Unidas, Butros Butros-Gali, había dado garantías a su homólogo de la Alianza, Manfred Wörner, de que nadie se opondrá a una acción justificada de los aviones aliados ante una violación del ultimátum por parte serbia.

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A las 2.01 de hoy (hora peninsular española) no debía quedar ni una sola arma pesada serbia en un radio de 20 kilómetros alrededor de Gorazde. En caso de que los serbios dejasen alguna batería artillera o algún tanque, la acción de los aviones de la OTAN no se limitaría a su neutralización, sino que abarcaría "a otros medios militares de los serbios de Bosnia, así como las instalaciones militares de apoyo directo esenciales, incluyendo las instalaciones de carburante y los polvorines".El Comité Militar de la OTAN, formado por los jefes de Estado Mayor de los países aliados se reunió ayer con los generales Rose y Lapresle, quienes viajaron de improviso a Bruselas para informar a sus colegas sobre los preparativos militares para la aplicación de los planes de la OTAN en Bosnia. Francia, el país que cuenta con mayor número de cascos azules sobre el terreno, mandó a su jefe de Estado Mayor, el almirante Lanxade, al encuentro con Rose y Lapresle, aunque luego no participó en la reunión regular del Comité Militar, al que no pertenece debido a su estatuto especial dentro de la Alianza.

Fuentes de la Alianza aseguraron que los jefes militares revisaron y discutieron los planes de ataque aéreo preparados por la OTAN en la mayor concentración de fuerzas que se produce desde la guerra del Golfo. El mayor problema que se planteaba la Alianza ante el vencimiento del nuevo plazo dictado a los serbios era cómo, combinar la necesaria flexibilidad que exigen principalmente los responsables de las Naciones Unidas y la imprescindible credibilidad de la amenaza de la OTAN, que ha permitido la retirada serbia.

Los responsables atlánticos se planteaban ayer una complicación adicional sobre el ultimátum con la aparición de una franja gris, caracterizada por situaciones que formalmente implican una violación de la zona de exclusión militar, aunque en realidad no signifiquen ningún peligro inminente de reanudación de las hostilidades.

Más o menos flexibifidad

Mientras había un sector partidario de aprovechar cualquier incumplimiento por parte serbia para poner en acción el dispositivo de bombardeos aéreos, otro sector prefería mantener una cierta flexibilidad y permitir que avanzasen las acciones diplomáticas.

Una víctima del exceso de flexibilidad puede ser el delegado de Butros-Gali en Bosnia, Yakushi Akashi, que se ha ganado la antipatía de varios socios aliados por su negativa a los bombardeos aliados el pasado sábado en plena violación del ultimátum por parte serbia.

Las declaraciones de Akashi a un diario estadounidense, en las que acusaba a la Administración Clinton de actuar "de forma temerosa, tímida e indecisa" en Bosnia, provocaron ayer una airada reacción de la embajadora estadounidense ante la ONU, Madelaine Albright, quien consideró el comentario "contraproducente e inaceptable".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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