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La tarjeta sanitaria resultará inútil cuando se generalice la de la Seguridad Social

El documento de salud, suspendido en Andalucía, ha costado ya 3.000 millones

Los ministerios de Trabajo y Sanidad están haciendo sendas tarjetas que sirven para lo mismo. La de Trabajo, más completa al incluir los datos laborales del usuario, convertirá en un gasto inútil los 3.000 millones de pesetas gastados ya para implantar la tarjeta sanitaria. De hecho, el Servicio Andaluz de Salud ya ha paralizado su distribución, pese a haber gastado al menos 250 millones. Los ocho tipos diferentes de documentos sanitarios de la sanidad pública, con un sistema de banda magnética, sólo han sido usados como carné de identidad, y de forma manual.

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Las dificultades de una homologación necesaria

Los ciudadanos de Córdoba, ciudad de la que fue cabeza de lista del PSOE el actual ministro de Trabajo, José Antonio Griñán, van a ser los primeros en disponer de la nueva tarjeta de la Seguridad Social, un documento de afiliación obligatorio.En el anverso llevará en un chip la identificación personal del usuario y toda la información relativa a las prestaciones de la Seguridad Social. En el reverso, en una banda magnética, los mismos datos personales de la otra cara, que son los que dan acceso a la medicina en los 14 millones de tarjetas sanitarias del Sistema Nacional de Salud. No sólo duplica la información, sino que, al utilizar dos sistemas informáticos diferentes -el chip y la banda-, requerirá dos lectores distintos para interpretarla. Es una duplicidad algo torpe, pero al menos el usuario lleva todos los datos en una sola tarjeta.

Tener ésta tarjeta y, además la sanitaria, constituirá una duplicidad cuando se generalice la tarjeta de la Seguridad Social en toda España.

Documento único

La tarjeta sanitaria, que ya posee casi el 80% de los españoles, sólo tiene informatizados el nombre del usuario, el carné de identidad, el número de afiliación de la Seguridad Social y la autonomía donde reside el titular. Los datos médicos se adosan en una pegatina de papel en el reverso de la tarjeta, lo que inutiliza ésta para los cajeros sanitarios, uso concreto que estaba previsto cuando se creó este nuevo documento."¿No hubiera sido posible hacer desde el principio una sola tarjeta homologada para todo el territorio y con un solo sistema informático?", se pregunta Adolfo Jiménez Fernández, secretarib general para la Seguridad Social. Este organismo que depende del Ministerio de Trabajo es el que dispone, como explica el propio Jiménez, de un banco central de datos de toda España que permitiría identificar las prestaciones del Estado -también sanitarias- a que tiene derecho cada ciudadano. Así lo va a hacer Administración alemana, por ejemplo.

Segregar la prestación sanitaria de la antigua cartilla en forma de tarjeta ha costado ya a la Administración española alrededor de 3.000 millones de pesetas desde 1990. El reparto de la nueva tarjeta supondrá sólo en Córdoba entre 500 y 600 millones al Ministerio de Trabajo. El reparto de las tarjetas sanitarias en Andalucía ha costado entre 250 y 600 millones de pesetas, según diversas fuentes. Los gastos, también se duplican.

De espaldas al proyecto del Ministerio de Trabajo, el de Sanidad sigue con la idea de sus tarjetas, intentando desde el pasado mes de diciembre elaborar lo que no existía: una base común de datos entre todas las autonomías y la homologación de los diferentes códigos con los que están emitidas. Las diferencias han impedido hacer transacciones entre las administraciones sanitarias.

José Conde, subsecretario del Ministerio de Sanidad, insiste en que son necesarios los dos documentos. "Tenemos que tener tarjetas independientes porque el aseguramiento sanitario es diferente del de la Seguridad Social", dice. La cobertura sanitaria actualmente es universal y corre a cargo de la Seguridad Social.

Jiménez expresa su rechazo a que una tarjeta de la Seguridad Social incluya datos confidenciales sobre el historial clínico del titular.

Pero es que la actual tarjeta sanitaria tampoco los contiene, entre otros motivos porque el sistema informático elegido, la banda magnética, no tiene capacidad para ello. Sólo permite la identificación personal del usuario de forma manual por falta de lectores informáticos en los hospitales.

En esta situación se encuentran los aproximadamente 20 millones de tarjetas sanitarias -14 de ellos de la sanidad pública- distribuidas en España.

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