Gorazde queda a merced de los agresores serbios al hundirse las defensas del Ejército bosnio
"Las defensas del Ejército bosnio alrededor de Gorazde se han desmoronado. No existen. Los serbios pueden ocupar toda la ciudad cuando quieran. Nada les puede detener, salvo una orden de su propio alto mando". El portavoz de las fuerzas de la ONU, Rob Annink, anunció a última hora de ayer la caída en poder de los agresores del enclave, teóricamente protegido, de Bosnia oriental. El enviado especial de las Naciones Unidas, Yasushi Akashi, expresaba su "decepción" por el resultado de las negociaciones con el líder de los serbios, Radovan Karadzic, y el viceministro ruso de Exteriores, Vitali Churkin. Culminaba así la mayor humillación de la comunidad internacional desde el inicio de la guerra de Bosnia-Herzegovina.
El comandante Annink declaró que el general Michael Rose, jefe de las Fuerzas de Protección de la ONU en Bosnia (Unprofor), solicitó un bombardeo aéreo de la OTAN contra los tanques serbios en los accesos de Gorazde, pero tal decisión fue anulada por Akashi tras la promesa serbia de un alto el fuego.Los vuelos rasantes de la aviación de la Alianza no amedrentaron a los serbios. "Desde el aire no se puede ocupar un territorio, no se puede defenser una zona 'protegida'", dijo Annink, que agregó que el único factor que puede impedir un asalto final serbio, exceptuando una orden de sus líderes, es el temor a emboscadas en las estrechas calles de Gorazde de los desesperados soldados y refugiados musulmanes.
La infantería serbia avanzó, imparable, por tres puntos diferentes con apoyo de carros de combate. Todo la margen derecha del Drina, el río que cruza la ciudad, está en sus manos, menos el hospital, donde se encuentran numerosos militares bosnios. Se suceden los disparos de francotiradores y de artillería. Uno de ellos ha alcanzado al tanque de suministro de agua al centro hospitalario. Miles de personas, presas del pánico, se amontonan ante la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en busca de socorro.
El tímido optimismo que surgía, con cuentagotas, de la mesa de negociaciones en Pale fue brutalmente acallado por el eco de las balas en Gorazde. Allí, en ese enclave desprotegido por la comunidad internacional, se libraba la última batalla. Los carros de combate serbios, con el sello de fabricación de la antigua Unión Soviética aún visible, han entrado en las calles del norte, hasta detenerse a menos de cien metros del hospital.
A los ocho de la tarde, cuando se especulaba con una retirada serbia, un responsable de la defensa civil de Gorazde, Esad Ohranovic, describió por radio la situación del enclave: "Hay muertos tirados en las calles que nadie puede retirar. El centro de la ciudad está bajo el fuego de francotiradores, que están en posiciones avanzadas. Es una pesadilla. Civiles, refugiados, observadores militares y personal humanitario internacional están expuestos a las balas y no se pueden proteger".
21 muertos
Añadió que los ataques de ayer causaron 21 muertos y 55 heridos. El primer ministro bosnio, Haris Silajdzic, presente en esta transmisión captada en Sarajevo, declaró a los periodistas presentes: "Gorazde tiene una importancia estratégica enorme para Bosnia. Es la muerte de nuestra resistencia". Los jefes de Unprofor tienen dificultades para contactar con los observadores militares en el enclave, que se encuentran protegidos en sótanos.
Según los últimos datos ofrecidos ayer por ACNUR, a los 65.000 habitantes de Gorazde hay que sumar otros 18.000 refugiados procedentes de las aldeas próximas. El portavoz de ACNUR, Kris Janowski, habla de "catástrofe humanitaria". No hay planes de evacuación, pues la situación es demasiado peligrosa.
Las dificultades para lanzar un ataque aéreo de la OTAN, indendientemente de los frenos con los que se topa la decisión política, son las mismas que el sábado: es decir, las pésimas condiciones climatológicas, que obligarían a volar muy bajo y dificultarían la selección de los objetivos en tierra. Ese factor fue decisivo en el derribo del avión de combate Sea Harrier británico. Además, los controladores de Unprofor encargados de guiar los bombarderos se hallan escondidos en búnkers.
La dramática evolución de los acontecimientos hace grotesco el optimismo expresado con anterioridad, a mediodía, por el propio Akashi, quien había anunciado en Pale que Karadzic, había aceptado el plan de paz propuesto por el mismo y por Churkin.
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