Un saqueo en el camino
No debían poner el nombre de Molière al frente de esta obra: le saquean, reducen, mutilan, burlan. Ya se ve que es juego de moda con los clásicos o antiguos, o muertos con el tiempo suficiente para no poder protestar; ya somos todos más o menos permisivos con los desmanes, y hasta quizá tenemos nuestra torpe satisfacción oculta de ahorrarnos a veces un par de horas de texto, dicho y presentado mal como se suele hacer, y somos silenciosos cómplices de la abreviatura.Soy menos aficionado a este Don Juan (salvo en la versión de Da Ponte con la música de Mozart; pero ése es otro género) que a los dos grandes españoles, y algunos otros; aun así, la grandeza servil del criado Sganarelle, la fuerza del protagonista rebelde frente a cualquier forma de autoridad, la dureza católica de la condenación, el verbo vivísimo de Molière, dan un goce teatral, considerable si están bien puestos y dichos y arropados.
Don Juan de Molière
Traducción de Elsa Alfonso. Versión de Juan Pastor Millet. Intérpretes: José Luis Torrijo, Sergi Misas, Paca Lorite, Carlos Ibarra, Pepa Pedroche, Elia Muñoz, Nacho de Diego, Eduardo Navarro, Pablo Iglesias. Música: David Gwynn. Escenografía: Juan Pastor Millet y Francisco Javier López de Guereñu. Vestuario: Miguel Crespí. Dirección: Juan Pastor Millet. Joven Escena. Teatro de la Comedia. Madrid, 17 de marzo.
No es el caso. La llamada Joven Escena está incorporada al Plan Nacional de Formación e Inserción Profesionales Inaem-Inem (Ministerio de Cultura, Ministerio de Trabajo, Ministerio de Educación y Ciencia); quisiera ayudar a esa formación haciéndoles comprender que no es imitando a los antiguos en sus defectos y no poniendo nada de su parte en romper y rasgar la escena tópica con alguna valentía y con instinto de creación como se van a integrar: aunque ya lo están, porque con ese plan y las ayudas tienen asegurado gran local y alguna continuidad.
Entre amigos
Preferible a todo eso sería que lo hicieran bien y que no trabajasen, más que entre amigos, antes de hacerlo seguramente bien. El director Juan Pastor Millet, que firma también la versión -los cambios, supresiones, alteraciones-, va, dice él, hacia el juego por el juego; elija a otro que no sea Molière, que nunca escribió una palabra que fuera inútil en un sentido social (esta obra la escribió velozmente para sustituir al Tartufo porque se lo habían prohibido). Se le va la mayor parte en comiquerías, como las escenas de Perico y Carlota, llevados a graciosos de zarzuela, con toques de arlequinada; o a convertir el apoteosis final, con la terrible mano de piedra del Comendador arrastrando hacia el fuego eterno al rebelde, en una verbena.Claro que se las aplauden. La risa sale fácil y, lo peor, brota la carcajada (del que no entiende nada) hasta en frases duras o amargas. Quizá también esta subvención de la risa y el aplauso les impidan reflexionar.
Babelia
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