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Roban 2,4 millones en la cafetería Nebraska por medio de un butrón

Los robos por el método del butrón no sólo afectan a los bancos. En los dos últimos días, los ladrones han entrado en una cafetería y en una galería de alimentación por medio de este sistema del agujero en la pared.En la madrugada del lunes, los butroneros sustrajeron 2,4 millones de pesetas de la cafetería Nebraska, en el número 55 de la Gran Vía. Ayer entraron en la galería de alimentación, Alacompra, en el número 5 de la calle de Julio Antonio, en Carabanchel. De este último establecimiento sólo consiguieron llevarse 6.000 pesetas, porque empezó a sonar la alarma.

El robo en Nebraska se realizó entre las dos de la madrugada y las siete de la mañana del lunes. Los ladrones accedieron a esta cafetería a través del antiguo espacio comercial conocido como Los Sótanos de la Gran Vía. Andrés Rodríguez, uno de los encargados del local, cree que "hasta allí tuvieron que llegar desde un inmueble o un garaje de la calle de Isabel la Católica, porque las entradas de estas galerías comerciales ya cerradas están tapiadas".

En Los Sótanos forzaron una puerta y accedieron a una pared donde se encuentra la salida de emergencia de la cafetería, que sólo se puede abrir desde dentro. Hicieron un boquete en dicha pared y a través de él consiguieron abrir la puerta. Una vez dentro, penetraron en la oficina del establecimiento, consiguieron rajar la caja de seguridad y sacaron el dinero.

Conducto del aire

En Carabanchel, los ladrones entraron a través de un solar en venta contiguo a la galería de alimentación asaltada. Desde la parcela subieron a unos tejadillos donde se encuentra la salida del conducto del aire acondicionado del local. Levantaron la rejilla que la cubre y bajaron por este extractor hasta el techo del comercio. Allí, sobre el puesto de pescados, abrieron el agujero por donde entraron.Lo que sorprende a los dueños de este local, con ocho puestos de comestibles, es el pequeño tamaño que debía tener el ladrón, porque tuvo que pasar por una abertura de unos veinte centímetros de anchura situada al final del conducto del aire. "Debía ser o alguien esquelético o un niño", reflexionan.

El botín fue irrisorio: 6.000 pesetas. "Creemos que vinieron a por los jamones, porque una vecina vio varias veces un camión; pero sonó la alarma y tuvieron que largarse por donde entraron", plantea Fernando Valmaseda, uno de los dueños.

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