La herrumbre amenaza la supervivencia del ultimo mercado histórico de la capital
El mercado de San Miguel, uno de los tres de estructura metálica que quedan en España, está seriamente deteriorado. A la competencia de los grandes centros comerciales se suma el mal estado del edificio. Los técnicos municipales ya han avisado a los propietarios de un monumento histórico-artístico construido en 1915. Un tercio del centro está vacío, el suelo tiene tantos picos y valles como los Pirineos y la cubierta metálica amenaza con desplomarse.
La obra mínima que necesita el edificio costaría unos 100 millones de pesetas, pero los propietarios del mercado disponen de tres presupuestos alternativos. "Con 500 millones pondríamos hasta aire acondicionado", señala el presidente de la comunidad de propietarios, Santiago Robles."Vamos a ordenar que se suprima el riesgo en la vía pública y en el interior del mercado y que se tomen las medidas necesarias para que no avance el deterioro", anuncia el jefe del departamento de Protección a la Edificación, Fernando Macías. "Y si no se acometen las obras en el plazo que marquemos, habrá que cerrar el mercado", advierte. Macías pasó hace unos días por la plaza de San Miguel con sus arquitectos y sus ojos -casi de rayos X- detectaron serios problemas en el mercado. "Las tejas están muy inestables y hay serios daños en la estructura metálica", señala. "Además, algunos de los elementos ornamentales se rompen con la mano", añade Macías.
¿Quién pagará los remiendos? El mercado tiene 75 puestos de venta, pero sólo unos 40 son propiedad de los carniceros y fruteros que atienden a los vecinos del barrio. El resto pagan alquileres que en muchos casos no superan las 1.000 pesetas mensuales. "Bellas Artes no tiene un duro, y el Ayuntamiento, tampoco", se duele el presidente de la asociación del mercado, José Luis Fernández.
A los problemas arquitectónicos se une la crisis permanente que viven los tenderos de San Miguel. La Comunidad de Madrid aportó un millón y medio de pesetas para elaborar un estudio de viabilidad (que costó 3,5 millones en total). "La conclusión es que hay que reconvertir el mercado y mezclar el comercio tradicional con otros usos complementarios que lo hagan rentable", explica Santiago Robles. El problema para los propietarios del mercado estriba en el hecho de que es un edificio con la máxima protección. "SI lo descatalogan, lo vendemos a una inmobiliaria y nos forramos", afirma.
El mercado de San Miguel es el único superviviente de los tres mercados de estructura metálica que hubo en Madrid a principios de siglo. La Cebada y Los Mostenses sucumbieron.
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