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GUERRA EN LOS BALCANES

La ratonera de Mostar

El sector musulmán de la ciudad se ha convertido en el mayor campo de concentración de Bosnia

Apenas les separan 50 metros, el río Neretva y dos calles de edificios destruidos, tierra de nadie, en los que se ocultan los francotiradores. Todos viven en Mostar, aunque ahora todos anteponen la palabra Oeste o Este para referirse a ella. Hace tiempo que dejó 'de ser la ciudad bañada por el Neretva más bella de Bosnia-Herzegovina en la que convivían pacíficamente musulmanes, croatas, serbios, judíos y otras nacionalidades. El retrato actual de Mostar es el de "una ciudad cercada como Sarajevo, destruida como Vukovar y hambrienta como Zepa", según la definición del doctor Dragan Milavic, director del hospital.En Bosnia-Herzegovina se extiende la creencia de que después de Sarajevo vendrá Mostar. La gran olvidada de esta guerra vuelve a la actualidad con el giro que ha dado al conflicto de los Balcanes el reciente ultimátum de la OTAN. Cuando. menos, ha servido para sacar a la luz las otras realidades, las otras tragedias ensombrecidas por Sarajevo. Mostar, ciudad de mayoría musulmana antes de la guerra, cometió el único delito de caer dentro del territorio de la autoproclamada república croata de Herceg-Bosna. El castigo lo iniciaron los serbios. Los croatas han culminado el trabajo, convirtiendo el sector oriental de la ciudad en el mayor campo de concentración de Bosnia-Herzegovina.

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El verdadero infierno para los musulmanes de Mostar empezó una noche de mayo de 1993. Casa por casa, hombres armados, encapuchados muchos de ellos, expulsaron a familias enteras y les obligaron a huir al otro lado del río. Fue una encerrona preparada alevosamente por el Consejo de Defensa Croata (HVO), cuyos soldados tenían totalmente rodeada la ciudad. Poco después empezaron a bombardearles. Nacía Mostar Este, la mayor ratonera humana de Bosnia, en la que resisten más de 50.000 personas. Los musulmanes, que junto a los croatas habían conseguido expulsar a los agresores serbios en junio de 1992, eran apuñalados por la espalda por sus antiguos aliados.

Dos ciudades distintas

Tras nueve meses de bombardeos, se puede hablar de dos ciudades. Mostar Oeste, la croata, que abarca esencialmente la parte moderna, tiene luz, agua corriente, comida, tiendas, bares y restaurantes, hospitales, escuelas y Universidad, vehículos circulando por las calles y poca destrucción visible. La ayuda humanitaria entra. Croacia está detrás, para enviar alimentos y medicinas, pero también soldados, y los carros de combate Leopard, que disparan contra los musulmanes. Los habitantes de Mostar Oeste, croatas en su inmensa mayoría, pueden salir y entrar de la ciudad.Mostar Este, el barrio antiguo musulmán, es la otra cara de la moneda. Ni un solo edificio permanece intacto. Las innumerables mezquitas, el viejo, bazar, la calle de los artesanos, las torres de vigía, los grandes hoteles Ruza, Neretva o Bristol o el Museo de Herzegovina: todo está en ruinas. El 80% de la infraestructura de esta parte de la ciudad. Y añádase 1.400 muertos, más de 30.000 refugiados en campos y prisiones y 6.000 casas robadas. Las bombas no han perdonado ni el Stari Most, el viejo puente de 1566, una joya de la arquitectura otomana y el símbolo más querido por todos dos habitantes de Mostar.

Una vida de topos

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La vida en Mostar Este transcurre en sótanos, apartamentos reventados o, los días de calma, en las cuatro calles que controla la Armija y desde las que observa el destacamento de cascos azules españoles. No hay agua corriente ni electricidad. Los pocos generadores que alimentan las bombas de agua, el hospital, la radio, la alcaldía o las oficinas militares funcionan seis horas al día por falta de combustible. La comida es la que llega en los convoyes de ayuda humanitaria escoltados por el batallón español, al igual que las medicinas, la ropa y el combustible. Apenas una decena de coches desvencijados, sin cristales y la carrocería agujereada a balazos, circula por la calle transportando soldados de la Armija. El dinero no vale nada, porque nada se puede comprar.Hasta hace una semana, cuando los croatas decretaron un alto el fuego unilateral, los habitantes han sobrevivido escondidos como topos en los sótanos de los edificios que quedan en pie, sin apenas salir a la calle. El mes de enero cayeron más de 1.400 granadas. Al caer la noche, la ciudad despierta. La oscuridad se ha convertido en el mejor aliado de los habitantes de Mostar Este, que se mueven con mayor facilidad que los artilleros y francotiradores croatas del otro lado del Neretva. Jóvenes y adultos salen de los escondrijos a buscar leña, hacen cola con sus bidones ante los camiones cisterna que distribuyen agua, bajan directamente al río o" asan al otro lado a través de pasarelas artesanales para ver o llevar comida a las familias que viven en la estrecha franja occidental del Neretva bajo control musulmán, en plena línea del frente. Son los barrios de Santica, Buca y Donja Mahala. Al caminar de noche por las callejuelas de Donja Mahala se tiene la sensación de hacerlo por un paisaje lunar. Entre los edificios en ruinas se mueven sigilosamente las sombras de soldados de la Armija o de civiles que conocen palmo a palmo el barrio. A escasa distancia están las primeras posiciones del HVO que en la oscuridad serían incapaces de avanzar un solo metro. A lo lejos se ve el resplandor de los potentes focos instalados por los croatas que iluminan la mitad inferior del monte Hum, al suroeste de Mostar.

Ante las dificultades para sobrevivir, la imaginación y el ingenio de los habitantes de Mostar Este se han disparado. Para obtener agua potable, por ejemplo. Las cinco conducciones que cruzan el Neretva están inutilizadas. A principios de julio, el HVO cerró la llave de paso des de el otro lado del río. Los técnicos musulmanes tuvieron que instalar de noche y bajo las granadas varias bombas en el río, sacadas de los depósitos de. las casas, y conectarlas a una tubería que va directamente a los tres camiones cisterna en funcionamiento. Pero el agua del Neretva, aunque más limpia que antes de la guerra porque la industria no funciona, no es potable. Solución: antes de llenar los tanques se echa cloro industrial, que llega con los convoyes de ayuda. Evidentemente, no hay equipos de medición. Pero es preferible correr el riesgo de infecciones intestinales por exceso de cloro que morir bajo las balas por recoger agua del no.

Cruzar el Neretva en Mostar no es sólo una necesidad militar de la Armija para mantener sus posiciones en la orilla occidental del río, sino una cuestión de supervivencia para los musulmanes atrapados en dicha franja entre el HVO y las aguas. Antes de la guerra había siete puentes en la ciudad. Todos han sido destruidos. A pesar de la falta de materiales, un grupo de ingenieros del Ejército bosnio ha sido capaz de colocar sobre el Neretva tres puentes provisionales. Se desmontaron ascensores para obtener cables, vías de ferrocarril y vigas de los tejados. La instalación se efectuó aprovechando la oscuridad y costó algunas vidas. Primero los cables y después las planchas metálicas con soportes de madera. En dos noches queda montado un puente nuevo. La Armija ha construido hasta ahora ocho puentes. En dos ocasiones, las aguas se llevaron las pasarelas, por haberse instalado a un nivel demasiado bajo. El HVO intenta destruir los nuevos pasos sobre el río.

El hombre encargado de dirigir la defensa de Mostar Este y la guerra contra los croatas es un, antiguo comandante del Ejército Federal Yugoslavo y ahora general de brigada Ramiz Drekovic, de 38 años, nacido en la región Musulmana de Sandzak (Serbia). Es el nuevo jefe del cuarto cuerpo del Ejército de Bosnia-Herzegovina (Armija). Ha llegado hace poco más de una semana y nunca había estado en Mostar. Soldados y civiles hablan de él con una mezcla de temor y respeto por la aureola que le rodea.

De entrada, es el primer jefe militar que intenta imponer disciplina a la tropa y se preocupa de detalles como el estado de los uniformes de sus soldados. Tiene fama de duro y eficaz. En su puesto de mando, asegura con rotundidad: "He venido aquí con el ánimo de, cambiar la situación. Mostar está en una situación difícil tras la agresión fascista serbia y croata. Pero hemos encontrado la manera de proteger la ciudad y podremos liberarla. Nuestro Ejército es cada vez más fuerte".

"Después de Sarajevo vendrá Mostar", añade. "Soy soldado y haré lo que sea necesario y ordene mi Gobierno. En lo militar, impediré los planes del HVO. Esta ciudad es bosnia. Nunca será croata ni de un Estado croata. Mostar tiene que ser la ciudad de musulmanes, croatas y serbios. Pero los croatas tienen que liberarse del fascismo de sus líderes

Afirma el general Drekovic, a quien no le preocupa lo más mínimo el embargo militar contra las fuerzas bosnias -"tomamos las armas al enemigo"-, que la Armija cada vez será mejor y más fuerte y que "los dos agresores no podrán jugar más, pese a Europa y al mundo. Tenemos 200.000 hombres en armas". Recuerda con satisfacción una frase pronunciada en cierta ocasión por el líder serbio Radovan Karadzic ante un oficial bosnio: "Si tuviera vuestros soldados y mi artillería, podría tomar Europa si quisiera".

Como la mayoría de las opiniones recogidas en Mostar este, Ramiz Drekovic no juzga por igual los ataques de las fuerzas serbias y croatas contra la ciudad. De los últimos dice: "No sólo representan el fascismo. Les falta coraje. Atacan únicamente a los civiles. Han destruido monumentos y símbolos culturales. Nunca ordenaré a mi Ejército, que se comporte como un agresor ni actuaré como un comandante militante. Mañana quiero ir por el mundo con la cabeza alta, sin haber cometido un genocidio". "Recuerde", dice al despedirse, "Bosnia es pequeña y extraña, pero no se la puede derrotar".

Al otro lado del Neretva, Drago Malic, portavoz del Gobierno de la república croata de Herceg-Bosna, da su versión de los hechos: "Los musulmanes decidieron ir a la guerra contra nosotros. En Mostar Este sólo quedan militares. Los civiles se fueron". Da la cifra de 30.000 personas, cuando los cascos azules españoles aseguran que la población en este sector se ha triplicado y en ningún caso es inferior a 50.000. "Sólo a partir de 1991, los musulmanes superaron en población a los croatas". Razones de peso para justificar un genocidio. Malic pregunta tras la entrevista por el alcalde de Mostar Este, Smail Klaric, su "meJor amigo". ¿Todavía ahora? "Espero que sí". Klaric me había dicho el día anterior que "los del HVO son los mayores fascistas del mundo peor que los chetniks en Herzegovina occidental".

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