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13 artistas enseñan sus 'sueños privados' para espacios públicos

La exposición Espacios públicos. Sueños privados, inaugurada ayer en la sala de la plaza de España de la Comunidad de Madrid, reúne 20 proyectos encargados por instituciones españolas y extranjeras a 13 artistas españoles, que en su mayoría no se han realizado por motivos económicos o de censura. Las relaciones entre el arte y el espacio se enseñan también, con distinta intención, en las actuales muestras de la Virreina, de Barcelona, y la Fundación la Caixa, de Madrid."Es una muestra de proyectos, no de obras", advirtieron ayer los comisarios, Mariano Navarro y Alicia Murría, al presentar el montaje de Espacios Públicos. Sueños privados, diseñado por Juan Ariño en el antiguo edificio de la Real Compañía Asturiana de Minas. Durante año y medio, los comisarios visitaron los talleres de los artistas en busca de los procesos de trabajos encargados por organismos públicos en los últimos cuatro años. Admiten que al predominio de los escultores unieron las propuestas de pintores y artistas que tenían proyectos públicos.

La mayor parte del material expuesto (bocetos, planos, maquetas, vídeos) es inédito, al formar parte "de las preocupaciones de los artistas y su confrontación con el espacio", según Mariano Navarro, quien destaca los proyectos para el extranjero de los artistas españoles.

Miedo político

Gran parte de los proyectos expuestos no se han realizado, en un 90% por motivos económicos y otros por censura, según Mariano Navarro. La Palanca, de la escultora Ángeles Marco, no se ha podido desarrollar en una iglesia de Tárrega ni en la ciudad suiza de Biel al ser considerada "una provocación al suicidio", aunque la artista presenta el suicidio como una metáfora y decisión positiva. También fueron rechazadas las placas señalizadoras de Rogelio López Cuenca, encargadas por la Expo 92."Creo que hay un miedo político y un miedo social a la hora de aceptar la intervención de los artistas en la ciudad", declaró ayer Sergi Aguilar, que expone el proceso del homenaje a Barral en Tarragona y la escultura en Neu Ulm (Alemania). El Velero de Adolfo SchIosser, para el Auditorio de Madrid, y Primera nieve, montada en el teatro Campoamor, inician el recorrido, junto a El salario del cobre, de Eva Lootz, y los proyectos de Mitsuo Miura (Telde y Camino de cielo).

Soledad Sevilla reconstruye el palacio de Vélez Blanco al proyectar su memoria sobre las actuales ruinas; Chema Cobo muestra la guerra-espectáculo en Los guardianes del deseo necesario; Perejaume desmitifica la práctica de la escultura; Miquel Navarro proyecta una fuente para una plaza de Bruselas; Fernando Sinaga coloca tres puertas en el auditorio de Zaragoza; Jaume Plensa recrea su recorrido por Auch (Francia) y las fuentes de "agua prodigiosa", y Susana Solano sus dos trabajos para el aeropuerto de Sevilla, que fueron rechazados.

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