Baudelaire y 'El alma en el cuerpo'
Dos magníficas exposiciones, de las que hacen época y son recordadas durante años, tienen lugar en París hasta finales de febrero. Una de ellas, titulada L'âme au corps. Arts et sciences 1793-1993, parecía perseguida por la fatalidad: tras tres años de preparación y menos de un mes de exhibición, fue cerrada en diciembre debido a las grietas que aparecieron en el Grand Palais parisiense. El palacio, cuya nave central permanece cerrada, será objeto de grandes trabajos de restauración durante tres años.El alma en el cuerpo muestra la relación entre el arte y la ciencia desde el Siglo de las Luces hasta nuestros días. La muestra adolece de ser excesivamente vasta y en algún punto confusa, debido, tal vez, a que en ella habían de confluir los criterios de dos personalidades muy distintas: el de ambos comisarios, Gérard Regnier y Jean-Pierre Changeux. Pero a pesar de todo ello resulta una experiencia inolvidable, en la que sobresale la belleza y excepcionalidad de las máquinas mostradas y la belleza e interés de las obras de arte. Los golpes de efecto, habituales en todas las exposiciones de Regnier (alias Jean Clair), están aquí en los maniquíes de las lecciones de anatomía, en los dibujos para los estudiantes de disecciones o en un enorme graderío con innumerables bustos de expresiones del rostro. De entre las máquinas, es especialmente curiosa la gran máquina electrostática del duque de Chaulnes en la sección El hombre eléctrico o la máquina para magnetizar, de Mesmer. El capítulo El tiempo de la frenología muestra dibujos del cerebro y una serie de retratos de locos con obras de Géricault, Courbet y Fuseli. La Evolución y simetría es excelente en obras curiosas, especialmente unos extraordinarios dibujos de Kubin, las láminas de Ernst Haecke1 tituladas Antropogenía o historia de la evolución humana, los dibujos de especies desaparecidas o los cuadros de Munch y Kupka. El funcionamiento del cerebro (con los dibujos de Ramón y Cajal), las proporciones del cuerpo, el tema -una vez más- de las máquinas célibes, la droga, las emociones y el sueño, el fenómeno de la histeria y el espiritismo (con dibujos de Víctor Hugo) son otros de los temas de esta inabarcable exposición, que ningún amante de la ciencia y del arte debiera perderse.
L'âme au corps
Grand Palais. París. Hasta principios de marzo de 1994. Baudelaire-París. Bibliothàque Historique de la Ville de Paris, hasta el 28 de febrero de 1994.
Las esculturas realistas (y terribles en su pura presencia) de un hombre y una mujer, de Antonio López, y los retratos de Antonin Artaud concluyen el recorrido, sintetizando de esta forma lo fáctico del cuerpo y lo torturado del alma: un buen broche para una muestra que hubiera debido durar seis meses.
Otra exposición magnífica es la titulada Baudelaire-París, instalada en la bella Bibliothèque Historique de la Ville de Paris, en la Rue Mahler. Más de veinte años han pasado entre el primer encargo a su comisario, Jean Dérens, y su realización: los acontecimientos de mayo de 1968 hicieron abortar el proyecto que hoy ve la luz. Con el inigualable asesoramiento de Claude Pichois y de Jean-Paul Avice, esta muestra presenta al espectador todo lo que los documentos pueden ofrecer sobre la relación entre Baudelaire y París. El célebre retrato de Baudelaire por Courbet abre la muestra, y el rostro del poeta es evocado con una docena de fotografías (de Nadar, Carjat, etcétera), hoy ya famosas, que recuerdan sus ojos penetrantes, su frente ancha, su rictus inconfundible. Lo difícil de un personaje literario es mostrar su pensamiento en una exposición: aquí se ha hallado un buen equilibrio entre textos impresos, manuscritos reproducidos, dibujos y fotografías.
El viejo París
Uno de los aspectos más interesantes de la muestra son las excelentes fotografías de Marville sobre el París de la época. Pero ya casi nada queda de donde vivió el poeta; ni el famoso hotel Pimodan, 17 Quai d'Anjou, tiene la apariencia de entonces. La realidad confirma sus propios versos: "El viejo París ya no existe (la forma de una ciudad cambia más rápido, ¡ay! que el corazón de un mortal)".De su larga relación con la mulata Jeanne Duval, que fue descrita como alguien que poseía "algo de divino y de bestial a la vez", la muestra exhibe una, fotografía de su calle, la Rue Le Regrattier, hecha por Atget, y varios dibujos del propio Baudelaire. La exposición recuerda con fragmentos de correspondencia y con textos cómo Baudelaire es un poeta esencialmente urbano, que en su teoría del flâneur es también esencialmente moderno; cómo la ciudad y sus habitantes están en el corazón de Les tableaux parisiens y de Spleen de Paris, y cómo sus personajes son viejas, mendigos, prostitutas. La muestra evoca también sus veleidades políticas en 1848, sus amigos, sus amantes, los dibujos de Constantin Guys y las litografías de Hamlet, de Delacroix, que le pertenecieron.
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