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La OEA se abre camino en el nuevo orden mundial

EE UU busca potenciar la Organizáción de Estados Americanos y apoya la candidatura de César Gaviria

Antonio Caño

¿OEA? ¿Organización en Espera de Abolición? No, Organización de Estados Americanos, un foro casi siempre ignorado que reúne a los países del continente americano, lo que en su día Fidel Castro definió como el ministerio de colonias de Estados Unidos, y que hoy, en vísperas de la elección de un nuevo secretario general, se juega su supervivencia y su adaptación a las nuevas circunstancias de un mundo con mercados abiertos y robustas alianzas regionales.Durante años fue difícil. encontrar a un político de prestigio en toda América que quisiera cargar con la dudosa distinción de presidir la OEA. Hoy la disputa por ese cargo se ha convertido en una de las más interesantes batallas políticas que se libran en Washington, sede de la organización desde su creación en1889. La expectación actual no obedece sólo a la posibilidad de acceder a un puesto de jerarquía y sueldo similar al de secretario general de las Naciones Unidas, sino de hacerlo en un momento en el que varios países, incluido Estados Unidos, hablan de 'potenciar la organización con el fin de que sirva de marco para la integración americana.

De todos los candidatos en liza, sólo dos -el presidente colombiano, César Gaviria, un tecnócrata con carisma, y el ministro costarricense de Reláciones Exteriores, Bernd Niehaus- cuentan en la recta final de la campaña para suceder al brasileño Joáo Baena Soares. El primero, dirigente de uno de los países grandes del continente, representa la voluntad de elevar el rango general de la organización. Niehaus, que lleva meses dedicado a buscar respaldo a su candidatura, cuenta hoy con el apoyo de los países centroamericanos y del Caribe, que, en número, representan un peso considerable.

César Gaviria, tras dos meses de duda, presentó oficialmente su candidatura el pasado miércoles, lo que hace pensar que ha logrado asegurarse los 18 votos necesarios para alzarse con la victoria. Ello le ha convertido en el principal aspirante al triunfo en la votación que se efectuar próximo 27 de marzo, máxime porque goza del apoyo de Esta dos Unidos y de los otros tres contribuyentes principales de la organización: Canadá, México y Brasil.

Según ha podido saber EL PAÍS de fuentes diplomáticas, el propio presidente norteamericano, Bill Clinton, llamó recientemente por teléfono a Gaviria para exhortarle a que hiciera pública su candidatura y para comunicarle que para Estados Unidos es vital el reforzamiento de la OEA como instrumento de integración regional.

El Gobierno norteamericano sostiene que la ONU está sobrecargada de responsabilidades, muchas de las cuales no puede atender, y que es necesario que las organizaciones regionales asuman parte del trabajo que hoy se encomienda a las Naciones Unidas.

La intervención personal de Bill Clinton en la búsqueda de un sucesor de Baena Soares ha alentado a los países que quieren hacer de la OEA una organización eficaz en la consolidación de la democracia en América Latina. Desde la cumbre de Santiago de Chile en 1991, en la que la OEA introdujo entre sus principios el derecho a la intervención en favor de la democracia en los países miembros, esta organización ha actuado con cierto éxito en Perú, donde forzó al presidente Alberto Fujimori a convocar un referéndum, y con menos éxito en Haití.

Aunque la gran mayoría de los países latinoamericanos se han sobrepuesto a las condiciones de dictadura militar y deuda externa que caracterizaron los años setenta y la primera mitad de los ochenta, varios representantes en la OEA coinciden en que persisten las condiciones de pobreza entre millones de latinoamericanos y que eso representa una seria amenaza para la consolidación de los sistemas democráticos. Haití, Venezuela, Ecuador, Perú, Guatemala, Nicaragua e incluso Argentina están entre los países donde se reproducen las tensiones militares, política y económicas.

Estados Unidos ha perdido, sobre todo durante esta Administración, interés en el continente, y, por tanto, su influencia política ha decrecido en los últimos años. La única iniciativa apreciable que el Gobierno de Clinton ha tenido hacia el conjunto de América Latina ha sido la convocatoria para este año de una cumbre hemisférica, pero los preparativos de esa reunión están congelados.

Por un lado, esta situación satisface a los latinoamericanos en cuanto que rompe la tradición intervencionista de Washington. Pero, por otro, causa preocupación el que el desinterés norteamericano deje al continente huérfano de liderazgo y rezagado en relación con el desarrollo que se está produciendo en otras partes del mundo. Varios países de la región están particularmente preocupados por el peligro de que EE UU se relaje en su compromiso de extender hacia el sur el tratado de libre comercio recientemente concluido con México.

Distintas fuentes creen que la OEA puede ser ahora un motor del libre mercado y de la estabilidad política. Como afirma uno de los 34 embajadores en la organización, "hay que aprovechar este momento para construir una OEA que reemplace el liderazgo norteamericano y sirva de sostén para la democracia y el crecimiento económico justo". Bill Clinton, muy ocupado en sus asuntos domésticos y en algunos otros conflictos internacionales, no parece poner demasiados obstáculos a ese propósito.

La combinación de una OEA más fuerte y una menor involucración de EE UU puede favorecer a largo plazo la plena incorporación de Cuba a la comunidad latinoamericana. Gaviria, que normalizó las relaciones con La Habana durante su Gobierno y es amigo personal de Fidel Castro, puede contribuir a ello. Dada la complejidad del caso cubano, nadie se atreve a predecir la evolución de este asunto, pero sí domina entre los representantes en la OEA la impresión de que Estados Unidos no se opondría ahora a alguna aproximación de esta organización hacia Cuba en un marco de impulsar los cambios democráticos en ese país.

Todas estas expectativas deben empezar a concretarse si en agosto próximo César Gaviria asume el mando de la OEA. El relevo debe hacerse formalmente en mayo, pero Gaviria tendría que esperar a concluir su periodo presidencial en Colombia. Cualquier cosa que afecte a la Organización de Estados Americanos está siempre rodeada del tufo escéptico que domina en este foro. La situación actual no es una excepción, pero en la monumental y fría sede de Washington se percibe ahora, al menos, un sano optimismo.

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