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FERIA DE VALDEMORILLO

Y nevó

La afición madrileña estaba allí, como un solo hombre. No se sabe si toda, pero mucha era, formando corrillos antes de la corrida, contemplando el anfiteatro de montañas nevadas que se abría al fondo y las banderas al viento que flameaban por cima del coso.Y nevaba sobre Valdemorillo también. No copiosamente; sólo unos copillos alborotones que hacían copete sepultando el rabillo de las boinas. "Oh, nieva", se quejó alguno. "Quiá, es que sacuden una alfombra", respondió otro para darle ánimos. La afición va a la feria de Valdemorillo con tanto entusiasmo, que la nieve y el frío ni le importan. Heló durante la corrida y nadie se quejaba, por lo menos en alta voz. Volvió a nevar al final, y el público recibió la fastuosa manifestación del meteoro con gran algarabía, mientras la charanga de la peña valdemorillana atacaba una vibrante jota.

Escolar / Núñez, Oliver, Ortiz

Novillos de Esteban Escolar, con trapío, mansos en general.Rodolfo Núñez: bajonazo (silencio); dos pinchazos y estocada corta trasera baja perdiendo la muleta (silencio). Álvaro Oliver: media tendida baja, media caída -aviso con retraso-, tres pinchazos y estocada corta baja (silencio); pinchazop hondo muy bajo, media tendida, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Ricardo Ortiz: estocada caída (oreja); pinchazo y estocada (ovación). Plaza de Valdemorillo, 4 de febrero. Primera corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Y entre estornudos, carrasperas, botas empinadas y latigazos de coñá, pudo verse toreo. Buena novedad es esa, nada más abrir la temporada, pues al cerrarse la anterior, toreo es lo que no se veía y dejó sumida en el desanimó a la afición conspicua. El reencuentro con la verdad de a fiesta tampoco la dio motivos de esperanza. Las cuatro y media de la tarde serían cuando se produjo el primer derechazo. "Ya estamos", musitaron algunos. Al concluir el festejo los toreros habían dado 400, preludio del millón que se vaticina perpetrará la grey de coletudos a lo largo del año, derechazo arriba o abajo.

No es pecado

Los derechazos, sin embargo, son según se den. Un derechazo no es un pecado mortal. Si lo trapacea su artífice con el pico de la muleta y fuera de cacho, tal cual obraba Rodolfo Núñez, cabeza de la terna, en efecto ese puede ser delito de lesa tauromaquia. Pero si lo cuaja presentando adelantadito el engaño, carga la suerte, embarca hondo, liga y abrocha la tanda con el pase de pecho obligado, según ejecutaba Ricardo Ortiz, tercer espada del cartel, ese toreo es de enorme mérito, arrobadora belleza, acendrada torería y provoca siempre albricias.La afición se puso contentísima con el toreo de Ricardo Ortiz, que también toreó al natural, y aún tuvo otras brillantes intervenciones, desde unas garbosas chicuelinas, hasta el gran quite que le hizo al banderillero Manolo Ortiz, caído peligrosamente en la cara del toro. Ricardo Ortiz se cruzó a la embestida y rompió la dramática reunión diluyendo la brutal cabezada en los vuelos de su capote. La plaza se quedó conmovida porque, experta, sabía que un hijo acababa de salvar la vida a su padre.

El buen ánimo de Álvaro Oliver no suplia su inexperiencia y le desbordaban los novillos. Rodolfo Núñez inciaba toreramente sus faenas y empeñado después en pegar derechazos, le salían deslavazadas. Ortiz banderilleó sin brillantez a los ejemplares de su lote, el último fuerte y recrecido en el segundo tercio. Eran entonces horas de atardecer, las montañas nevadas habían desaparecido tras un telón de nubarrones, revoloteaban copos, el público tiritaba y los cañones de calefacción que habían metido bajo el graderío no servían para nada. 0 sí servían, quién sabe. A lo mejor evitaron que la afición se quedara allí congelada.

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