_
_
_
_
Crítica:CINE-DEMOLITION MAN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Stallone vuelve a las andadas

Los Ángeles no existe: la destruyó un terremoto en el 2010. La violencia, tampoco: los policías vomitan la primera vez que ven un asesinato. También está prohibida la sal, los alimentos que aumentan el colesterol, el tabaco y el intercambio de fluidos, es decir, las relaciones sexuales, los besos y en general todo tipo de toqueteo interpersonal. Estamos en el 2032 en San Ángeles, la macroaglomeración que surgió, perfectamente planificada, en el lugar en que se alzaba la primitiva Los Ángeles.Como no hay delito, no hay delincuentes; sólo unos cuantos supervivientes que, convenientemente conservados en una así llamada cryoprisión, cumplen unas condenas interminables. Y como es bien sabido, en todo mundo feliz que se precie siempre se desencadena un imprevisto que da al traste con la perfección, esa "mierda fascista", como la define el correoso policía protagonista.

Demolition man

Dirección: Marco Brambilla.Guión: Daniel Water, Robert Reneau y Peter Lenkov. Fotografía: Alex Thomson. Música: Elliot Doldenthal. Producción: Joel Silver para Silver Pictures /Warner, EE UU, 1993. Intérpretes: Sylvester Stallone, Wesley Snipes. Estreno en Madrid: cines Palacio de la Música, Amaya, Benlliure, Novedades, La Rozas Multicines y Multicines Pozuelo.

Es éste el escenario en el que transcurren las nuevas peripecias de Stallone, de profesión sus músculos, en su segunda comparecencia en pocos meses, en el terreno que mejor conoce, el único, el cine de acción. Y lo hace de la mano de un producto por completo intrascendente que, como suele ser regla en los lanzados al mercado por el productor Joel Silver, el padre de Arma Letal y sus continuaciones, de La jungla de cristal y de otros bonitos entretenimientos para públicos sensibles, está repleto de tortazos y explosiones, de muertos, mutilados, quemados y otras inocentes bromas visuales.

Inútil resulta buscarle a la nueva criatura algún asomo de originalidad que vaya más allá de la broma tonta a costa de los nombres de los personajes, las referencias a otros filmes o los consabidos tics sobre el temor al japonés, tan presente en el cine norteamericano actual.

Y muchos tiros, y muchos puñetazos. Y el rostro pétreo de Stallone desfigurado por la ira. Completan la función unos efectos especiales llenos de colorido, única excusa para la existencia misma de la película.

Brambilla dirige con convencional aplomo aunque, en honor a la verdad, haya que reconocerle méritos: debutar en el largometraje con un filme así no es fácil. Sobre todo si se tiene un guión que no es un guión, un actor que no es actor y unos personajes que no le importan a nadie... empezando por el propio cineasta.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_