Miradas como ventanas

La exposición Miradas y visiones reúne los trabajos de ocho fotógrafos que utilizan el medio como un cuaderno intimista. Es una muestra en la que el papel de su comisario, Rafael Doctor, resulta positivamente determinante para la construcción de un recorrido similar a un vídeo musical. La mano de un realizador de exposiciones fotográficas -mejor que la apocalíptica denominación de comisario- debería de actuar, como acertadamente ocurre en este caso, con criterios similares a los de un montador de televisión, en lugar de los utilizados por un taxidermista para colocar sus animales en una vitrina.Según Doctor, el título y planteamiento de esta apuesta resulta análogo al de la mítica Mirrors and Windows, una recopilación de la fotografía americana desde 1960, a través de la óptica del conservador del MOMA de Nueva York, J. Szarkowski, realizada en 1970, "donde las miradas eran como ventanas y las visiones como espejos". Por ello, no es, casualidad el hecho de que para la mayoría de los autores aquí presentes, devotos del blanco y negro -salvo la producción de Jorge Lens y parte de la de Ana Casas-, la cámara sea como una pluma con la cual construyen un relato que participa, en lugar de una naturaleza caligráfica de lo visual.

Además, de no ser por su incorporación a posterior¡ a la estructura de un discurso, por sí mismas carecerían de sentido, como las series de Óscar Molina (Madrid, 1962) o Pedro López Cañas (Madrid, 1961) que bien pudieran ser en sí mismas los apuntes gráficos de un guión. En cualquier caso, de lo que se trata es de contar historias. Narraciones que nacen del compromiso de cada uno de ellos con la fotografía.

Desde esta perspectiva, descubrimos el rigor de los trabajos de José Muñoz (Granada, 1967) en una colección sobre el circo. O las narraciones laten les contenidas en las bellas imágenes del incansable Javier Campano (Madrid, 1950), reflejo de la trastienda de un fotógrafo viajero accidental. Atmósferas entrañables que nos trasladan a esos territorios lejanos, a unos grabados que jamás encontraremos en las estereotipadas imágenes de las guías y folletos de viajes. A ellas se yuxtaponen los limpios perfiles de las metáforas de los registros de Chema Madoz (Madrid, 1958), cuyas construcciones visuales no hay que perder de vista en un futuro.

Rastros es el espacio donde López Cañas juega con el retrato/autotretrato hasta el punto de convertir el papel fotográfico en una juguetería llena de rostros. Él mismo da la clave de su producción: "Miramos aquello que somos, y somos aquello que miramos". Estética radicalmente opuesta al sereno colorismo de la calle y las ferias de Jorge Lens (Vigo, 1967). Trabajo muy en paralelo con la línea intimista de las reconstrucciones biográficas de Ana Casas (Granada, 1965), en las que refotografía situaciones y lugares análogos a los que casi 20 años antes realizó su abuela: un apasionante estudio de reconstrucción de un álbum familiar diferido en el tiempo.