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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Goya, coloso de la estampa

La coincidencia en Madrid de esta exposición sobre el Goya grabador, que presenta la Fundación Juan March, y la extraordinaria muestra El capricho y la invención, aún presente en el Museo del Prado, no es, ni mucho menos, un hecho anecdótico, ya que ambas nos acercan a aspectos clave de la obra y personalidad del gran pintor aragonés, que están, además, íntimamente ligados entre sí. Conviene recordar, en ese sentido, cómo el mundo de la estampa es -más allá del término que da título a uno de sus ciclos fundamentales- el territorio donde Goya alcanza, junto con el dibujo, un ensanche más fértil, inquietante e íntimo del capricho y la invención.De ahí la importancia fundamental de esta muestra. Goya no sólo es el primer gran grabador español y uno de los protagonistas decisivos en la historia del medio, cuya aportación condiciona toda la evolución posterior del arte de la estampa. Aún más, la obra grabada por Goya encierra uno de los ejes vertebrales de toda su aportación revolucionaria y, no en vano, sobre ella se apoyará buena parte de su influencia legendaria sobre el territorio del arte contemporáneo.

Goya grabador

Fundación Juan March. Castelló, 77. Madrid. Hasta el 20 de marzo.

El esfuerzo desarrollado en esta ocasión por reunir en su totalidad la obra grabada por Goya debe ser agradecido con entusiasmo. El proyecto toma como base la colección de grabados goyescos pertenecientes a los propios fondos de la Fundación, que ya conformaron la muestra presentada en Madrid en el 79 y difundida luego a través de una amplia itinerancia. Formada por los ciclos mayores de Los caprichos, La tauromaquia, Los desastres de la guerra y Los disparates, en ediciones fechadas entre 1868 y 1937, centra la visión fundamental del Goya grabador, que es también, por lo común, la más conocida.

Rastrear el aprendizaje

Las 66 obras que completan, en su actual configuración, la muestra abren, desde ese Goya básico, una red de perspectivas esclarecedoras y apasionantes. Permiten así, con los aguafuertes tempranos, rastrear el arduo aprendizaje del medio; o nos brindan, en el ciclo grabado para difundir las grandes obras de Velázquez, la fuente de un diálogo que enfrenta a dos figuras de excepción y que tiene en el devenir de Goya consecuencias decisivas. Otras estampas aisladas extienden nuestra comprensión de las series mayores o nos abisman, como en El coloso, hacia la raíz más sobrecogedora del genio goyesco.A punto de cumplir 73 años, Goya nos da, una vez más, la medida de su carácter y de su modernidad indomable, cuando despierta a la curiosidad de una nueva técnica de estampación que comienza a extenderse. Las litografías realizadas en Madrid dan aquí testimonio de ese Goya anciano aún dispuesto a aprender, tal como las del exilio de Burdeos, estampadas siete años más tarde, imponen ya la primera referencia magistral en la historia de la técnica litográfica. Con ellas concluye, entre las luces y sombras que la tinta extiende sobre el papel, una de las aventuras más apasionantes y estremecedoras que alumbran las raíces de nuestro propio tiempo.

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