"Dejar que gobierne el integrismo sería pedagógico"
Bernard Lewis es de origen judío y autor, entre otros libros, de Islam y laicismo y El lenguaje del islam. En su opinión, el gran enemigo del integrismo no es el Estado israelí sino los regímenes opuestos a su ideología en los países árabes.Pregunta. ¿La consolidación de la paz entre Israel y la OLP debilitaría al islamismo integrista al privarle de uno de sus principales caballos de batalla?
Respuesta. El integrismo islámico ha contribuido indirectamente a la paz, ya que una de las razones que han empujado a israelíes y palestinos a alcanzar un acuerdo ha sido su miedo común al integrismo. No hay mayor fuerza de acercamiento que un peligro y un enemigo comunes. Pero suele interpretarse mal la actitud de los integristas con respecto a Israel. No cabe duda de que son hostiles a ese Estado y desean su destrucción. Pero su principal adversario es su propio Gobierno.
En Occidente, prevalece la opinión de que el presidente egipcio Anuar el Sadat fue asesinado por haber pactado la paz con Israel. Cuando se perpetró el atentado, el jefe del comando gritó: "Mi nombre es Jaled Istanbuli. He matado al faraón y no me da miedo morir". ¿Qué quería decir? ¿Que el faraón había sellado la paz con Israel? Analizando la literatura de la época, se observa que la cuestión de Israel parece secundaria. Para ellos, el crimen de Sadat. era que había atentado contra el carácter islámico de la sociedad egipcia. Se le acusaba de apostasía, de neopaganismo. Según Abdel Salam Farag, líder espiritual del grupo, mientras la comunidad estuviera dirigida por apóstatas, la lucha contra los sionistas carecía de sentido, ya que la victoria no haría más que fortalecer a los tiranos internos.
P. ¿La yihad (guerra santa) tiene que dirigirse primero contra los enemigos del interior?
R. Eso es precisamente lo que dicen. La yihad empieza por el enemigo más próximo y continúa por el más lejano. Ni el apóstata ni el tirano pueden conducir la guerra santa. Asimismo, lo primero que preocupa a los integristas son los cambios internos. La lucha contra Israel, la cristiandad, Europa y Estados Unidos pasan a un segundo plano. Lo primero es reislamizar la sociedad. Porque, según ellos, todos los problemas que padece el mundo musulmán (pobreza, atraso económico, dominación extranjera) son consecuencia del abandono del islam.
P. ¿Cómo explica que desde el triunfo de la revolución iraní no hayan conseguido hacerse con el poder en ninguna parte, salvo en Sudán con la ayuda de los militares?
R. Paradójicamente, su victoria en Irán les ha debilitado.El ejemplo de la República Islámica ha demostrado su capacidad para hacerse con el poder y aferrarse a él, no para hacer uso de él. Se han hecho con el control de un país importante, pero han demostrado ser incapaces de asegurar su prosperidad. Los problemas económicos y sociales no pueden resolverse aportando respuestas morales o legales. ¿Cabe esperar una repetición de la revolución iraní? Creo que si logran hacerse de nuevo con el poder será gracias a deserciones en el Ejército o en la policía.
P. Los movimientos integristas dispersos, poco estructurados, parecen sólo una fuerza de protesta violenta.
R. No existe un equivalente al Komintern, que coordinaba los diferentes partidos comunistas. Suele pensarse que se trata de una organización centralizada. Y no es así. Los in tegristas están divididos, según las circunstancias o a tradición local. entro de un mismo país coexisten grupos rivales. La historia islámica ha suscitado la aparición e numerosos movimientos similares. Todos han sido sometidos. Ya sea mediante la violencia, que por lo menos tiene la aureola de la gloria del mártir, ya sea demostrando su incapacidad para gobernar. Con el tiempo, empiezan a parecerse a los regímenes que han derrocado, y a veces hasta se vuelven más tiránicos todavía.
P. El golpe de Estado militar en Argelia no ha logrado someter a los, integristas. ¿No habría sido preferible respetar el juego de la democracia, aun a riesgo de dejarles gobernar?
R. En efecto, dejar que los fundamentalistas gobiernen tiene su lado pedagógico, pero sería a costa de la devastación de un país. El caso de Irán no es muy alentador. Es evidente que en 14 años los iraníes han aprendido. La condición de las mujeres, que constituye uno de los elementos principales de la ética integrista, se deterioró gravemente después de la revolución, antes de empezar a mejorar un poco. Está lejos de ser satisfactoria, pero se nota un progreso. Han hecho algunas concesiones hacia una mayor democratización. Disponen de un Parlamento elegido, de una Constitución escrita, y de libertad de prensa, dentro de unos límites precisos y bien definidos.
Pero es más fácil mantenerse en el poder abriendo una válvula de escape. A países como Argelia o Egipto se les plantea una opción difícil. La mera represión no les salvará del integrismo. Si la situación socioeconómica sigue degradándose, tarde o temprano esas fuerzas triunfarán.
Entre los 51 Estados miembros de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), sólo uno puede considerarse una auténtica, democracia: la república turca. Desde la guerra, el país ha soportado tres intervenciones militares. Pero lo destacable es que, después de cada una de ellas, el Ejército ha vuelto a sus cuarteles y ha dejado que continúe el proceso democrático. En Argelia, el Frente Islámico de Salvación (FIS) estaba dispuesto a acceder al poder a través de unas elecciones, pero, probablemente, poco dispuesto a soltarlo. El principio era un hombre, un voto, pero una sola vez.
P. ¿Por qué Turquía sigue siendo el único caso de república musulmana laica?
R. Legal y constitucionalmente, Turquía es una república laica. La Sharya [ley coránica] no tiene carta de ciudadanía en el sistema legal turco, ni siquiera en ámbitos como los del matrimonio y el divorcio, en los que suele sobrevivir en los demás países de la OCI. Es cierto que existe un vínculo de causalidad entre laicismo y democracia. Pero es un factor entre otros. Turquía nunca ha sido colonizada. La imagen de la clase política local no se ha visto dominada por la lucha por la independencia. Además, los turcos conocen perfectamente la diferencia entre independencia y libertad. En países sometidos a dominio extranjero, se tiende a confundir estos dos términos. Y el acceso a la independencia se ve a menudo traducido en una pérdida de libertad.
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