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Una mujer murió tras esperar un escáner durante dieciocho días

Dieciocho días pasó ingresada en el hospital Ramón y Cajal Teodora Manzano Peña, de 64 años, a la espera de un escáner (una exploración radiológica por ordenador que ofrece imágenes del interior del cuerpo de alta calidad). Al día siguiente de practicárselo murió de trombosis pulmonar. Su hija, Isabel Jiménez, ha presentado reclamación ante el Instituto Nacional de la Salud (Insalud). Pero Teodora, que había sido operada en agosto del pasado año de un cáncer de ovarios en el hospital de La Fe, en Valencia, tenía el cuerpo invadido por tumores secundarios, según explica el director médico del hospital Ramón y Cajal, Luis Orofino. "El resultado del escáner no era determinante en el curso de su enfermedad, ya terminal", explica.Según relata Isabel, una cuidadora de niños de 35 años, su madre quedó ingresada en el hospital el pasado 12 de noviembre. Tenía problemas respiratorios. "Le sacaron líquido del corazón y la dejaron ingresada para hacerle un escáner. Nos dijeron que sin esa prueba no podían ponerle tratamiento". Luis Orofino explica que en urgencias le hicieron toda clase de pruebas: "Un electrocardiograma, una gasometría, un análisis de glucemía... Y como complemento, no determinante, un escáner".

Sólo pastillas

Un día, dos, tres. Las jornadas fueron pasando sin que la prueba llegara para la enferma de la habitación 444. "Sólo trataban a mi madre con unas pastillas", señala Isabel, quien asegura que en ningún momento le explicaron la situación terminal de su madre, aunque ella sabía que estaba "muy mal". "La doctora me decía que tenía el escáner pedido con urgencia. El día 29 hablé otra vez con ella. Le dije que si no le hacían la prueba a mi madre, que se ahogaba cada vez más, me la llevaba a la clínica Rúber para que se lo hicieran por lo privado".Luis Orofino explica que normalmente no se tarda tanto tiempo en hacer un escáner a un paciente, aunque no dio cifras exactas: "Los urgentes se suelen hacer sobre la marcha, y hay otros que esperan, porque se trata de casos en que el escáner es sólo un complemento". Según el director médico, a veces los pacientes y sus familiares "se aferran, en este caso a un escáner, para eludir la realidad".

En la tarde del 30 de noviembre, Teodora tuvo al fin su escáner. "Me estoy asfixiando y me vais a dejar morir aquí", decía la paciente a las enfermeras, según relata su hija. El 1 de diciembre llegó el resultado de la prueba. Trombosis pulmonar fue el diagnóstico, consecuencia de la metástasis que sufría, según el hospital. A las cuatro de la madrugada del día siguiente comenzó el tratamiento. Teodora murió diez horas después. Su hija está convencida de que arrastró la trombosis mientras estuvo en el hospital, asistida sólo con calmantes y diuréticos.

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