Música de cuatro gatos
"La lucha por la excepción cultural es fundamental para la defensa de la música española. Es la forma de preservar nuestras señas de identidad", afirman en la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Aunque no existe un estudio sobre la incidencia del GATT en la música europea, la mayor polémica se plantea en las subvenciones culturales y en el sistema de cuotas.Iniciativas como la enmienda Pelchat, que en Francia pretende que las radios emitan un 40% de música francesa, serían inviables tras la firma del GATT, a no ser que los norteamericanos diesen la autorización expresa.
De la misma manera, cualquier ayuda para la música española, debería estar sometida a la autorización norteamericana. Sería el caso del segundo plan trienal que prepara la SGAE para difundir la música española en el extranjero, similar al que, de 1989 a 1992, permitió a artistas como Camarón, Ketama, El Último de la Fila, Luz, Tam Tam Go!, La Barbería, Jazzpaña, Celtas Cortos, Barricada o Duncan Dhu, actuar en foros internacionales como el New Music Seminar, de Nueva York, el Midem, de Cannes, o el festival de Montreux.
Esta actitud contrasta con el proteccionismo de Estados Unidos hacia sus productos culturales a través del acta 301 de su Ley de Comercio, por la que pueden imponer restricciones a cualquier país en cualquier momento. La cantante francesa Patricia Kaas ha denunciado los problemas que un artista europeo padece para actuar en Estados Unidos (ensayos limitados a 30 minutos, etcétera), y en las televisiones estadounidenses la defensa de la música norteamericana es evidente a través de anuncios como: "Por qué compras música que no comprendes?".
La excepción cultural intenta también que el producto local no pierda fuerza en las multinacionales ante la presión, artística y económica, de las estrellas estadounidenses. Que las músicas europeas no sean cosa de cuatro gatos.
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