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¡Mátame de una vez, que para eso te pago!

Acusado de asesinato un hombre que fue contratado por una enferma terminal para acabar con su vida

Antonio Caño

Una horrible historia ,de novela negra ocurrida el pasado lunes en Estados Unidos ha puesto de manifiesto hasta qué punto el deseo de morir puede llevar a las personas a situaciones de extremo dramatismo.El caso, según los fiscales, se produjo en un suburbio de Chicago. Una mujer de 50 años llamada Susan Potempa, condenada a muerte por un cáncer terminal, decidió contratar a un vecino de 18 años, un pandillero conocido en la barriada, para que acabara con su vida. El muchacho, de nombre Reggie Williams, accedió a cambio de un salario de 2.100 dólares (casi 300.000 pesetas). A la hora convenida, el aprendiz de Jack Kevorkian (el polémico doctor inventor de una máquina para procurarse uno mismo la muerte) llegó a la casa de la víctima y le apretó el cuello hasta que la mujer cayó, parcialmente inconsciente. Cuando el joven, al parece horrorizado por el espectáculo, se marchaba, la mujer recuperó el conocimiento y le exigió a Williarns terminar el trabajo.

Desesperado e incapaz de estrangularla hasta la muerte, el joven agarró lo primero que encontró a mano una taladradora eléctrica, y la golpeó, ahora sí, hasta acabar con su vida. Cuando la policía llegó encontró el cadáver de Potempa brutalmente apaleado.

Los fiscales quieren acusar a Reggie Williams como culpable de asesinato en primer grado. Pero uno de los amigos del muchacho cree que, eso sería una injusticia, porque considera que "lo único que hizo fue darle a la mujer lo que ella quería".

Reggie Williams explicó a la policía que se vio obligado a golpearla con ese instrumento porque el estrangulamiento se prolongaba demasiado y la víctima pedía la muerte cuanto antes.El marido y el hijo de la víctima la encontraron en el garaje el pasado viernes, al regresar de Detroit, donde asistieron a un partido de fútbol. Los investigadores del caso hallaron en la casa notas de Potempa disculpándose por su muerte y dejando las joyas a sus familiares. Al parecer, había comunicado sus intenciones de suicidio a varios amigos.

La historia ha levantado gran revuelo en Chicago. El aspecto más controvertido del episodio es el uso de la taladradora. También se especula con el hecho de que Susan Potempa planeara su muerte violenta para que su familia cobrara su seguro de vida, algo imposible en el caso de un suicidio.

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