Los museos de Moscú atacan a la Iglesia por su ansía de patrimonio
Destacados representantes de instituciones culturales y museos de Moscú acusaron el viernes a la Iglesia ortodoxa rusa de mantener una agresiva política para ampliar su patrimonio a costa del patrimonio del Estado. "Ahora empieza una revolución cultural que puede llegar a la envergadura de la de China", manifestó el científico Lev Livchitsk, miembro del Consejo Superior de la Defensa de los Monumentos Arquitectónicos de Rusia, en una reunión a la que asistieron más de un centenar de altos funcionarios de la cultura.El motivo inmediato de la reunión fue la alarma causada en los medios museísticos por las pretensiones de varias comunidades de creyentes ortodoxos sobre los edificios del parque de Kolómenskaia de Moscú, y especialmente la iglesia de la Ascensión, que fue construida en el siglo XVI en honor del nacimiento del zar Iván el Terrible.
Una comunidad de creyentes, registrada en el Ayuntamiento de Moscú, quiere crear un centro ortodoxo-empresarial-cultural y urbanístico alrededor de este templo, que constituye una de las principales atracciones públicas del parque, un museo al aire libre de iglesias ortodoxas rusas. Otra comunidad de creyentes ha pedido que se privatice el terreno que se encuentra alrededor del templo de Kazán, otro de los edificios que ya estaba como iglesia en activo.
Polémica campana
Los reunidos acusaron al Estado de primar a la Iglesia ortodoxa, entregándole incluso bienes que no le pertenecían, como, según dijeron, una campana para la iglesia de Kazán, recientemente inaugurada en la plaza Roja. La campana en cuestión, dijeron, había sido regalada por una familia de comerciantes prerrevolucionarios rusos a los Viejos Creyentes, una comunidad religiosa producto de un cisma de la Iglesia ortodoxa en el siglo XVII. La campana, al parecer, habría sido denegada a los Viejos Creyentes.
Valentina Dubchik, de la dirección de museos del Ministerio de Cultura de Rusia, acusó a la Iglesia ortodoxa de haber utilizado a los cosacos para desalojar el Museo de los Teatros Infantiles, que se alojaba hasta hace poco en uno de los templos requisados por el Estado a la Iglesia ortodoxa tras la revolución bolchevique.
Las instituciones culturales rusas se sienten rehenes y moneda de cambio en los juegos políticos, manifestó Livchits, según el cual el patrimonio cultural está especialmente indefenso en provincias. Los funcionarios de museos están especialmente dolidos por la entrega de dos valiosos iconos -La Santasísima Trinidad, de Rubliov, y La Virgen, de Vladímir- de la galería Tretiakov a la Iglesia ortodoxa. Otro motivo suplementario de agravio es la futura entrega del Museo Central, dedicado a Lenin, junto a la plaza Roja de Moscú, al Ayuntamiento de la capital para que éste instale ahí la futura duma o consistorio de Moscú.
Babelia
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