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La injerencia humanitaria oculta otros intereses, según Médicos Sin Fronteras

"El derecho a la injerencia humanitaria oculta otros intereses de los Estados que lo preconizan. Nosotros lo defendemos, pero siempre que se establezcan claramente los principios sobre los que se aplica para que no quepan las ambigüedades", afirma Josep Vargas, director de la sección española de Médicos Sin Fronteras (MSF).Las polémicas intervenciones de la comunidad internacional en las grandes crisis recientes (Irak, Bosnia o Somalia) han hecho levantar la voz a esta organización humanitaria, presente desde hace más de dos décadas en 65 países conflictivos. Un estudio, Escenarios de crisis, que hoy se presenta en Madrid, trata de destapar las paradojas y la hipocresía que se ocultan tras las sonoras actuaciones multinacionales, encarriladas a través de las Naciones Unidas, en 10 zonas de guerra.

"La ONU es un ente abstracto que depende de los Estados que la forman. Sus debilidades son consecuencia de los intereses contradictorios. Las pretendidas intervenciones humanitarias son, en muchas ocasiones, coartadas de la comunidad internacional para lavar la conciencia. En Bosnia ayudan a evacuar a niños heridos de Sarajevo pero asisten impasibles al genocidio de una comunidad", afirma Vargas.

La ONU, atada de manos durante la guerra fría, se convierte en la depositaria universal de la protección de los derechos humanos: ahora no sólo supervisa el mantenimiento de la paz, sino que autoriza el uso de la fuerza para proteger sus operaciones de ayuda. El derecho a la injerencia sale a la palestra, pero mediatizado por intereses políticos muchas veces contradictorios.

"Las intervenciones institucionales han condicionado nuestra labor. En Somalia, por ejemplo, la falta de criterios y la aplicación de una lógica militar han echado por tierra parte de nuestro trabajo, ya que se nos ha identificado con aquellos que llevan las armas".

La injerencia humanitaria aplicada en estos casos contrasta con la inhibición en otras crisis sangrantes, como las que atraviesan Sudán o Afganistán, por ejemplo, carentes ahora de interés político. Otros conflictos, como los de Liberia o Georgia, son abandonados por aparentes "soluciones regionales" que nunca llegan.

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Los medios de comunicación, asegura el informe, no son del todo ajenos a esta cuestión: las prioridades informativas y el tratamiento simplificador y sensiblero que a veces se da a estas noticias despiertan la compasión y la autocomplacencia.

"El nuevo papel de las Naciones Unidas exige que se clarifiquen los principios de actuación. Nuestras tareas pueden ser complementarias, como sucedió en Irak -sin entrar en las motivaciones políticas de la intervención- Las organizaciones no gubernamentales tienen todo el campo de las necesidades humanitarias, y los Estados, marcados, por supuesto, por compromisos e intereses, deben jugar al menos un papel político honesto, que tiene que comenzar por la previsión de los conflictos", afirma el director de Médicos Sin Fronteras.

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