'Pájara'

Tres ciclistas rezagados, perdidos. Se pueden hacer más averiguaciones acerca de su verdadera situación: quizá, por alusiones al tiempo, están muertos y bien muertos, en una caída dentro de un túnel; o trasladados en el espacio y el tiempo, o nada. El autor no desea ser explícito y yo no tengo que desearlo más que él: me importa menos. El gran valor de esta obra está, en los tres actores del equipo Geroa (que, a pesar de su nombre, es vasco) que pedalean continuamente, a veces con fuerza, en tres bicicletas de carreras, naturalmente inmovilizadas. Es un atractivo ajeno al teatro o, si se quiere, parateatral. Crea una situación: y de esa situación no pasa la obra. Hasta el punto de que parece un monólogo dividido en tres, tan semejantes son las frases, tan paralelas las acciones verbales, y hasta físicas. Podría estar en la malignidad del autor que, en realidad, los tres fueran un solo ciclista desdoblado por "el hombre del mazo", o la caída, o la muerte. Ésta es una suposición que tiende, sobre todo, a salvar de la monotonía a la división por tres del suceso. La caracterización diferencial de los personajes (vasco, colombiano, manchego) es circunstancial, y parece añadida sólo para hacerlos distintos.Las otras interpretaciones metonímicas que se puedan hacer son también a cargo del espectador, si lo desea, o si le da la gana: el esfuerzo humano, el imperativo categórico de seguir adelante, la presencia o no de alguien, helicóptero o pájaro, en la parte celestial del escenario.

En la apariencia, el público del estreno entendió la parte ridícula, patética, no sin ternura, que había colocado el autor y el director -la misma persona- y más rieron que otra metafísica más compleja. Como director, Ernesto Caballero ha logrado un buen escenario. Y los tres actores, una excelente interpretación paralela, algo ensombrecida por el empeño vano de dar acento colombiano al actor que fingía esa nacionalidad.