Vientos de catarsis en Brasil
La corrupción paraliza la actividad política y provoca un peligroso vacío de poder
Los trabajos y revelaciones de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre la corrupción en la desviación de fondos del presupuesto paraliza la actividad política en Brasil, hunde carreras, destruye a unos aspirantes a la presidencia y eleva a otros, sume en el desprestigio a la élite dirigente de Brasilia y deja al descubierto un peligroso vacío de poder que el presidente Itamar Franco, de 63 años, parece incapaz de llenar. No faltan analistas que diseñan escenarios catastrofistas, con visiones de golpe de Estado o fujimorización, pero al mismo tiempo se respira en Brasilia un aire de catarsis. Se palpa la sensación de que se aproxima el final de la política corrupta y se abre paso una renovación de las élites, con una posibilidad de saneamiento de la vida pública brasileña.La Constitución brasileña de 1988 concedió a los partidos un horario electoral gratuito en todas las cadenas nacionales de televisión. A la hora de máxima audiencia, después del telediario de las ocho de la tarde, cada partido puede dirigir por turno sus mensajes al electorado. El pasado jueves le tocó al minúsculo Partido de Renovación Nacional (PRN), que más que partido es un apartado de Correos, pero que se distinguió por ser uno de los grupúsculos que hace cuatro años presentaron la candidatura a la presidencia de Fernando Collor, destituido por corrupción.
Los del PRN no desaprovecharon la ocasión que le brindó en bandeja el nuevo escándalo de corrupción en el Congreso Nacional, el mismo organismo que hace poco más de un año destituyó a Collor. La propaganda del PRN reprodujo las imágenes del 29 de septiembre de 1992, el día de la destitución de Collor en la Cámara de los Diputados, y las palabras del presidente de la misma, el diputado Ibsen Pinheiro, cuando emitió su voto al cerrar la votación. Con tono solemne, Pinheiro citó en aquella ocasión al español Miguel de Unarnuno, y dijo que hay momentos en la vida en que callar sería complicidad, y por eso, aunque iba contra la costumbre de que el presidente se abstenga, él votaba sí a la destitución de Collor.
'Siete enanitos'
Mientras la televisión pasaba los 20 minutos de propaganda del PRN, el nuevo escándalo devoraba a Pinheiro. La investigación de sus cuentas corrientes sacó a relucir movimientos en los últimos tres años de más de un millón de dólares (135 millones de pesetas) en sus cuentas corrientes y también que recibió los cheques de alguno de los miembros de la mafia de los siete enanitos, un grupo de diputados que desviaba buena parte del presupuesto de obras públicas y sociales hacia sus bolsillos y los de otros altos funcionarios y miembros del Congreso de los Diputados.
El caso de Pinheiro es paradigmático de la ruina de una carrera política que hasta ahora parecía intachable. Hace un ano, Pinheiro era un héroe nacional por la forma en que condujo la destitución de Collor en la Cámara de los Diputados. Hoy ha caído devorado por los mismos demonios que se soltaron con la destitución del presidente.
Por ahora, el gran beneficiado de la crisis es Luis Ignacio Lula da Silva y el Partído de los Trabajadores (PT), pero la derecha no permanece pasiva y ya está en marcha una nueva CPI. En esta ocasión investigará la financiación de la Central única de Trabajadores (CUT) y sus conexiones con el PT. La investigación de las cuentas de la CUT y del FIT puede poner en tela de juicio la probidad de Lula y su gente, que hasta ahora han salido inmaculados del mar de lodo de la corrupción que lo invade todo.
El clima de desconcierto e inseguridad que reina en Brasilia ha alcanzado al Gobierno ante la falta de liderazgo que muestra el presidente Itamar Franco, que parece empeñado en dar la razón a quienes le consideraban un inútil. Nadie discute la honradez de Franco, pero ésa es la única virtud que le atribuyen. El mar de lodo salpicó ya a dos ministros de Franco y llegó hasta su misma antesala. El ministro de la Presidencia, Henrique Hargreaves, dimitió ya de su cargo. Franco desea la dimisión del ministro de Integración Regional, Alexandre Costa, pero no ha tenido el coraje de destituirlo.
Círculo Militar
En este clima de acusaciones y caza de brujas ha pasado casi inadvertida una carta del Círculo Militar enviada al presidente Franco. La organización de los militares retirados se ha erigido muchas veces en portavoz del sentir de las Fuerzas Armadas brasilenas, que no pueden manifestarse de forma abierta. En el escrito, el Círculo Militar previene que si la clase militar advirtiera "riesgos de desintegración del país, no tendrá duda en proceder a una intervención restauradora de la dignidad".
Franco ha respondido en una entrevista a estas presiones y asegura que no está dispuesto a consentir un atropello a la Constitución que juró, y advierte que no se podrá contar con él para una posible fujimorización. El terreno para ello parece abonado. Según una reciente encuesta, un 67% de los brasileños considera que "el país necesita un presidente fuerte que gobierne solo, sin interferencia del Congreso".
Las elecciones del año próximo serán decisivas, según el profesor y analista Walder De Goes, para acabar con los políticos corruptos: "El estilo tradicional de hacer política se cae y se abre paso uno más moderno".
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