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Fernando Delgado publica una historia de amor

"Las mujeres no tienen ninguna inhibición a la hora de expresarse", dice Fernando G. Delgado. "Tienen más coraje, incluso más capacidad de asimilar el rencor y de contar el amor". Se refiere Fernando Delgado al juego que ha practicado en Piensa en mí, la novela que, publicada por Alfaguara, fue presentada ayer a la prensa, y en la que el personaje, una mujer, habla en primera persona. Ocupa el lugar del narrador. "Es que", dice, "Ias mujeres son seres más literarios porque son más expresivos".Piensa en mí no es exactamente una novela sentimental, pero sí una historia de amor, de amores. "Pero el amor", dice Delgado, "no es siempre una historia de dos, y esta novela no es siempre una historia de amor. El amor sirve como pretexto para esa revisión de su vida que ella hace. El amor es aquí síntesis y metáfora de la vida". En realidad, esta novela "cuenta la historia de una mujer y su lucha obstinada y contínua por su emancipación".

Esta emancipación, cuando ya casi se van a cumplir 50 años, como Marta Macrí, la protagonista de Piensa en mí, tiene ya la fuerza de las costumbres, pero también la de la memoria y el recuento. Su biografía es una sucesión de amores, que todos terminan igual o parecido, que van imbricándose en esta historia central, "ese amor paduano que empieza como exaltación y termina como venganza", y que, en palabras de la protagonista, parecerían casi un pretexto para ese pase de factura a su vida.

Preguntado sobre si madame Bovary es él, dice Fernando Delgado: "Nunca antes he escrito una novela tan autobiográfica como ésta". Y es que Piensa en mí es también, como la de Flaubert, la historia de una escritura: "Claro", dice su autor, "en su posición, ella escribe, tacha, miente, confiesa que miente. Está contando su vida, con esa manera no masculina de recordar. Con esa memoria de la vida misma, de los hechos que le han afectado personalmente, que es memoria de mujer. Los hombres tenemos una enorme facilidad para pasar la página y olvidar". Le digo que de ser una novela sentimental, estarían cambiados los papeles, y ese personaje chico, que él mismo define como "soñador y alejado del mundo real", sería la chica. "Esa es la gran diferencia de las mujeres de hoy", explica. "Ese es el gran logro de su emancipación. La voluntad y la posibilidad de elegir".

Y efectivamente, en esa reivindicación de su propio discurso que hace la narradora de la novela, intenta, dice su autor, "imponerse ella al destino, y cuando es la realidad la que se impone, ella se rebela. Su rebelión es más contra la fatalidad que contra las personas". En este sentido va la recurrencia de temas como la elección, la seducción e incluso el paso del tiempo, temas todos ellos centrales en esta novela.

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