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Por una pizca de sal

El bocio leve sigue siendo endémico en numerosas regiones españolas, por una escasa ingestión de yodo

El cuello abultado por el bocio se asocia con países subdesarrollados, dietas pobres y sociedades aisladas, pero los estudios epidemiológicos revelan que los trastornos de carácter leve en el funcionamiento del tiroides son frecuentes en la mayor parte de España. Una investigación entre escolares ha revelado que el 21% de la población infantil del País Vasco padece bocio a causa de la deficitaria ingestión de yodo, el sustrato esencial para la síntesis de las hormonas tiroideas que regulan el crecimiento y el desarrollo neurológico.La solución es barata y está al alcance de la mano: añadir una pizca de sal yodada a la dieta diaria. Pero el problema, por el momento, es encontrarla en el mercado.

En el valle alavés de Aramaiona, más de la mitad de la población padece bocio, es decir, su tiroides ha doblado varias veces su tamaño normal, provocando un abultamiento del cuello. Al llegar a la edad adulta, el 8% de las mujeres de estos núcleos rurales del centro geográfico del País Vasco han tenido que someterse a una intervención quirúrgica por este motivo. Un estudio realizado por especialistas en endocrinología de los hospitales públicos de Cruces, en Barakaldo (Vizcaya), y Txagorritxu, en Vitoria, revela que, aunque en grado más leve que en Aramaiona, el bocio es endémico en la comunidad autónoma vasca.

Medios rurales

Según esta investigación, la prevalencia de esta enfermedad es más frecuente entre las niñas y en el medio rural. El 75% de los escolares no llega al nivel adecuado en el consumo de yodo. Pero aún sufren carencias más severas otras regiones españolas, como las Alpujarras, en Granada, la comarca extremeña de Las Hurdes y la sierra del interior de Lugo y La Coruña."La ingesta deficitaria de yodo es el factor aislado más importante en la producción de bocio endémico", explica el endocrinólogo Juan José Arrizabalaga, "aunque puede incidir negativamente la calidad del agua o el consumo de determinadas verduras que impiden su asimilación".

Este problema de salud pública no es exclusivo del País Vasco. Los trastornos causados por deficiencia de yodo inciden de forma similar sobre amplias áreas de la mayoría de las Comunidades Autónomas y en otros países desarrollados. El bocio de carácter leve permite que el tiroides aporte al torrente sanguíneo suficiente cantidad de hormonas para un normal desarrollo y crecimiento. "El bocio de carácter leve no supone una amenaza para la vida, y generalmente no suele dar lugar a síntomas llamativos", aclara Arrizabalaga. "Sin embargo, es un problema que no hay que subestimar, ya que constituye una pesada carga económica por la demanda asistencial que suscita". En situaciones carenciales más graves aparecen retrasos en el crecimiento y en el desarrollo, un incremento en la frecuencia de abortos, anomalías congénitas, alteraciones neurológicas, y en los casos más extremos, cretinismo.

La corteza terrestre es pobre en yodo y, por tanto, también lo son las plantas y la carne de los animales que se alimentan con ellas. La principal fuente de yodo es el agua del mar y los pescados y mariscos, pero una parte importante desaparece en los procesos culinarios. Incluso la sal marina y la procedente de canteras y minas tienen un escaso contenido. La inclusión de sal yodada en la dieta ha sido el instrumento empleado con éxito en los países que han conseguido erradicar los trastornos derivados de la baja ingestión de esta sustancia.

No es necesario incrementar el consumo de sal, sino adquirir el hábito de consumirla yodada, un tratamiento que apenas encarece el producto. Los adultos deben ingerir diariamente unos 150 microgramos de yodo, aproximadamente la cantidad que contienen 2,5 gramos de sal yodada. Las mujeres embarazadas deben elevar ligeramente está cantidad para permitir el correcto desarrollo del feto y los niños incrementar su ingestión según la edad.

El consumo generalizado de sal yodada es sencillo, barato y apenas tienen contraindicaciones. Únicamente deben abstenerse de ingerirla las personas afectadas por bocio multinodular o por la enfermedad de Graves-Basedow.

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