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Un gigantesco andamio oculta desde hace 20 años el interior de San Francisco el Grande

La obras de la basílica llevan un ritmo intermitente desde 1974

Elsa Fernández-Santos

La entrada sólo cuesta 50 pesetas. El precio puede resultar excesivo si se tiene en cuenta que lo único que se puede ver bien en la basílica de San Francisco el Grande, cuya cúpula se encuentra entre las más anchas del mundo, es un inmenso andamio. La estructura metálica de color amarillo se instaló hace 20 años para las obras de restauración, y allí continúa, intacta. La iglesia, escenario de célebres bodas y funerales, fue construida a finales del siglo XVIII y cuenta entre sus joyas con un retablo de Goya y una sillería del siglo XVI. La Obra Pía de los Santos Lugares es la propietaria.

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La inmensa basílica de San Francisco el Grande, situada en la plaza del mismo nombre, camino de la puerta de Toledo y al final de la calle de Bailén, tiene el andamio más antiguo de Madrid. La maraña de hierros es herencia de unas obras de restauración que comenzaron entre 1973 y 1974 y que, hasta el momento, sólo han conseguido remozar la fachada y pequeñas zonas del interior. El presupuesto no ha dado para ir más rápido.A pesar de las incomodidades, un guía vende en la puerta, a 50 pesetas, las entradas para visitar el templo mientras otro espera a algún turista que explicarle el valor artístico de los rincones del templo y de los fondos de su museo. El interior se mantiene a oscuras y sólo si entra algún visitante se enciende la luz eléctrica. Pero, con o sin luz, lo único que salta a la vista es la impresionante telaraña de andamios amarillos.

"Esto lleva así desde 1974", dice uno de los guías uniformados. "Como siempre, éste es un problema de dinero que nada tiene que ver con los curas, pero ellos son muy discretos", añade el guía que deja muy claro que la propietaria es La Obra Pía de los Santos Lugares, una entidad autónoma del ministerio de Asuntos Exteriores dirigida por Félix Laporta. La iglesia fue ideada por fray Francisco Cabezas en el siglo XVIII.

Los encargados del mantenimiento del templo son los franciscanos del convento anexo al edficio. La cuarta planta de los laterales de la edificación se inundó en 1982. Ese año la comunidad franciscana amenazó con abandonar el templo, pero hasta ocho años después la fachada no se arregló.

La fachada de San Francisco el Grande se terminó de arreglar en 1990, tras 15 años de obras y numerosas inundaciones. Ese mismo año se anunciaba que el interior estaría terminado para 1992.

Pero hasta 1991 la dirección general de Bellas Artes no solicitó una licencia para la reparación del presbiterio, de las cubiertas y de la fachada de los patios interiores. "La semana próxima se reanudan las obras", afirma Santiago Ferrete, encargado de la restauración, que ha visto cómo el arreglo se realiza con cuentagotas por problemas de presupuesto.

"Hace seis meses paramos y ahora vamos a continuar con las reparaciones", continúa el restaurador, que señala que mucho del trabajo se va en la recolocación de algunos andamios. Según Ferrete, para los últimos trabajos el presupuesto ha sido de unos 35 millones. Aunque, según personas cercanas a la iglesia, sólo el alquiler de los hierros instalados hace 19 años por una empresa privada puede costar hasta un millón de pesetas diarias. La indignación de algunas personas cercanas a San Francisco creció con el agravio comparativo que ha supuesto la inversión en la catedral de la Almudena.

Monumento histórico

San Francisco el Grande fue declarada monumento histórico artístico en octubre de 1980. Exponente de la arquitectura barroco-clasicista de finales del siglo XVIII, destaca su cúpula principal, que es la quinta en anchura del mundo, con 33,5 metros.

"Es una iglesia muy difícil de restaurar, por sus dimensiones. Es un proceso muy lento que ha caído de mano en mano", explica Ferrete, para el que los problemas de humedad que ha sufrido el templo son los que han provocado sus daños más significativos.

La media de visitantes de esta basílica es, según el portero, de unas 40 personas diarias y 100 en verano.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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