Antonio Muñoz Molina dice que el relato tiene más electricidad que la novela

Sentado a una mesa y según hablaba para un conciso público en el aula de cultura de un pueblo, Antonio Muñoz Molina se fijó de repente en una inquietante pareja situada en las primeras filas de la sala. La imagen de esas dos personas era tan poderosa que ahí mismo surgió el argumento que alimenta Nada del otro mundo, el título del relato que encabeza el libro de cuentos que Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) publica esta semana en Espasa-Calpe.

Después de pasar un año en Virginia (EE UU), Muñoz Molina ha vuelto a Madrid dispuesto a iniciar un otoño lleno de novedades. Por un lado, se acaba de instalar en una casa en la zona más antigua y activa de la ciudad, y, por otro, saca a la calle un libro de relatos en el que recoge una docena de historias escritas a la vez que sus últimas novelas. Algunas de estas historias han sido conocidas por los lectores de EL PAÍS y otras son inéditas, como la que da título al volumen, Nada del otro mundo, una narración que por su extensión (72 páginas) es una novela corta. También empezará a publicar artículos semanalmente en EL PAIS.El autor de títulos ya tan populares como Beltenebros o El jinete polaco lamenta que en España no exista un mercado específico para el cuento, como ocurre en Estados Unidos, donde los lectores de publicaciones como The New Yorker o Atlantic, entre otras muchas, encuentran siempre un relato corto entre sus páginas. "Eso hace que la gente demande relatos y que los escritores los escriban. Creo que es maravillosa la tradición que tiene el relato americano: Carver, Richard Ford, todos los escritores minimalistas han trabajado y trabajan intensamente el relato corto. Y antes que ellos, Scott Fitzgerald o el mismo Hemingway, tipos que se ganaban la vida con los relatos que publicaban en periódicos y revistas. El relato tiene esa cosa tan bonita que es la intensidad y la concentración. Tiene todos los artificios y dificultades técnicas de la novela, pero todo más comprimido. En el relato te lo juegas todo en muy poco".

No cree Muñoz Molina que el relato sea el hermano menor de la novela, aunque él mismo confiese en el prólogo de su libro que las doce narraciones fueron escritas mientras hacía otras cosas, como sin darse, cuenta. "Puede que no se le tenga mucho respeto al género. Pero para mí es tan importante hacer novelas como escribir artículos o relatos, aunque el cuento te lo tomas más relajadamente que la novela. Con la novela estás en tensión. Cuando la empiezas es como si te metieras en una orden religiosa, sabes que vas a estar mucho tiempo y que, cuando lleves un año con ella, lo mismo fracasas. Eso te obliga a enfrentarte a ella con más respeto y rigidez que con un relato. Puedes tomarte una semana o quince días, pero nunca es un viaje demasiado largo. Y hay otro factor: a mí nadie me encarga las novelas, dejo que me surjan. Pero el relato es casi siempre producto de un encargo

Inmediatez

La inmediatez ligada a los medios de comunicación es otra de las características que el autor destaca a favor de la narración corta. "El relato tiene algo de mestizo. El empeño estético respecto a la novela es el mismo, pero el proceso es diferente".¿Cómo surge la historia que da cuerpo a un relato? "Con Nada del otro mundo se me ocurrió mientras daba una conferencia y me impactaron dos personajes que había delante de mí. Mientras yo hablaba les puse nombres y se me ocurrió una clave fantástica sobre sus vidas. Esa imagen primera, tan poderosa, fue la que generó toda la historia. Otra imagen poderosa está en La gentileza de lo desconocido. Surgió al visitar a un amigo que se acababa de mudar y descubrió que el armarlo del dormitorio estaba tapizado con dibujos de bocas de mujeres".