Caricaturas

Cuando más se ríe la gente es en el momento en que Analía Gadé y Carlos Ballesteros aparecen operados de estética, pero tensos y rígidos para que no se les salten los puntos. Peleles, robots, muñecos. Siempre los dramaturgos se han reído mucho de los viejos que quieren aparentar ser jóvenes; ésta es una de esas ocasiones, y se añade al teatro burgués de la tercera edad que cultivan esta temporada los teatros privados (los públicos permanecen silenciosos, o metidos en reposiciones). Este trocito es el segundo acto de la obra de Alonso Millán. Obra es una palabra excesiva, como comedia: en el ambiente único de una casa de apartamentos modernos pasan varios personajes (siempre los mismos actores), hacen sus caricaturas y se van; no sólo no hay principio ni desenlace en el conjunto, sino que tampoco en cada una de las situaciones. Analía Gadé, Carlos Ballesteros y Víctor Valverde son los caricatos de esta colección y hacen lo que pueden por exagerar, con la sana intención de llevar más lejos la obra del autor. Arrancan algunas risas, pero, repito, las más están al final. Puede que también la idea de que se acerca el término estimule a la gente. El domingo por la tarde, cuando vi esta especie de obra de tipos o tipejos, el patio de butacas estaba prácticamente lleno. Agradecí la lluvia y el fresco -el climatológico- que nos esperaban en la calle.