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Domingo y Pavarotti provocan el delirio de los aficionados a la ópera en Nueva York

Los dos tenores celebran juntos el 25 aniversario de su debú en el Metropolitan

Antonio Caño

En el apoteosis final, cuando los dos tenores, ambos en el papel de Manrico, cruzaron sus espadas durante el acto IU de Il Trovatore, ya nadie podía escuchar al coro. El público, puesto en pie, incapaz de contener por más tiempo la respiración, interrumpió con sus bravos la famosa aria a dos voces y anticipó el término de la representación. Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, que se sabían ya coronados por los aficionados de Nueva York, concluyeron su duelo en un abrazo que simbolizaba el reconocimiento mutuo tras un cuarto de siglo de rivalidad en la cumbre de la ópera.

Durante casi diez minutos ininterrumpidos el público aclamó a los dos hombres que protagonizan lo que el director del Metropolitan Opera House, Joseph Volpe, llamó Ia última Edad de 'Oro" de este género. Nada importaba en esta inolvidable noche neoyorquina -uno de los mayores acontecimientos artísticos vividos por esta ciudad-, en la celebración del 25º aniversario del debú de ambos en esta misma sala. Nada importaba si el tenor italiano había flaqueado en el papel de Otelo, que representaba por primera vez en su vida, o si la voz de Domingo, en el Siegmund de Die Walkure, quedaba en algunas fases borrada por la orquesta, dirigida por el favorito de ambos cantantes, James Levine. A los dos divos no les importó siquiera el dinero, ya que los 12.000 miserables dólares (alrededor de 1,5 millones de pesetas) que cobran por su actuación en el Met están, desde luego, muy lejos del millón que percibirá cada uno en mayo del año próximo por cantar juntos en Los Ángeles.

Lo único que importaba esa noche era agradecer a Domingo y a Pavarotti (siempre mencionados así, en orden alfabético, para evitar susceptibilidades) los grandes momentos que ambos le han permitido vivir a esta afición y a la de todo el mundo. Desde que debutó en septiembre de 1968, Domingo ha actuado aquí en 350 representaciones con 34 papeles distintos. Pavarotti, que debutó dos meses después del español con La Bohéme, ha tenido 300 actuaciones en el Met con 16 papeles diferentes.

Puede que las estadísticas no sean de mucho interés en el arte y la ópera, pero sirven en esta ocasión para ilustrar el recorrido de dos carreras paralelas, que, violando las leyes de la geometría, tienden a encontrarse hacia el final. La noche del lunes, como dice la crítica de The New York Times, tal vez mostró que la voz de Domingo soporta mejor el paso del tiempo. Pero eso no era lo importante. Lo importante fue comprobar cómo dos estilos diferentes (más popular quizá el del italiano) se complementan en la madurez de los dos artistas para transformar un género de minorías en un gran placer para la mayoría.

Domingo, de acuerdo a los críticos norteamericanos, mostró poder y sensibilidad en su difícil Siegmund, que ocupó más de hora y medía de la gala. Pavarotti estuvo menos afortunado en el primer acto de Otelo, pese a que sólo actuó durante treinta minutos. Durante el acto final de Il Trovatore, el público interrumpió por primera vez la representación para premiar la declaración de amor interpretada por Domingo.

Tanto Plácido Domingo como Luciano Pavarotti volverán a Nueva York esta temporada. El español, con Stiffelio, que por primera vez se representarán en el Metropolitan. El italiano actuará en I Lombardi, que tampoco ha sido hasta ahora escuchada en este teatro.

Millones de discos

El próximo año, ambos tendrán ocasión de cantar juntos por cuarta vez en el marco del Mundial de Fútbol de Estados Unidos. Antes habían unido sus voces en 1990 durante la actuación, junto a José Carreras, en la clausura del campeonato futbolístico en Roma, y el pasado mes de mayo en Tokio. De la actuación en Italia se han vendido hasta ahora más de ocho millones de discos.

Con su actuación del lunes, Domingo y Pavarotti se han convertido esta semana en figuras centrales de los exigentes medios de comunicación norteamericanos, que tratan a Domingo y a Pavarotti con exquisita admiración. Todos mencionan el hecho de que los dos tenores son estrellas populares y millonarias (25 millones de dólares les calcula a cada uno el semanario Time, unos 3.250 millones de pesetas). Pero ninguno pone en contradicción su fama con su calidad.

Joyas y vasos de plástico

La gala, con la que el Metropolitan Opera House inicia su temporada, fue también uno de los más relevantes acontecimientos sociales del año en Nueva York. Todo el que significa algo en esta ciudad acudió a su cita con la ópera en una jornada donde los precios en taquilla oscilaban entre los 10 y los 750 dólares (entre 1.300 y 97.500 pesetas). En los dos intermedios, las parejas de la alta sociedad neoyorquina, calcos de los personajes perfectamente retratados por Martin Scorsese en La edad de la inocencia, se paseaban por el vestíbulo compitiendo en el tamaño de sus joyas o la calidad de sus teléfonos inalámbricos. Aunque, eso sí, esto es, al fin y al cabo, Estados Unidos, y las copas de champán eran de plástico.Al final de la fiesta, Pavarotti comentó que esta había sido una de las noches más memorables de toda su carrera. Domingo manifestó que, cuando mira hacia atrás, le parece que fue ayer el día en que pisó por primera vez estas tablas como Mauriño en Adriana Lecouvreur. El tenor español dijo que no sabe por cuánto tiempo más aguantará su garganta, pero aseguró que su deseo es el de estar sobre el escenario "muchos años más todavía".

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