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Talento y medios

Ángel S. Harguindey

Sólo Michael Jackson y Elvis han generado tal profusión de dobles y con tanta constancia. No sólo son admiradores: pretenden ser una continuación clónica de sus ídolos. No es posible concebir mayor entrega. Algo de eso le pasa al propio Jackson que no dudó en imitar quirúrgicamente a Diana Ross o, últimamente, en hospitalizarse tantas veces, por lo menos, como su adorada Elizabeth Taylor.Ya fue significativo que la primera en acudir a Singapur -tras conocerse la vidriosa historia de un dentista de Beverly Hills, su hijo, el cantante y la inevitable Disneylandia- fuese la actriz en lugar de sus padres, pero eso se explica, en parte, ante el profundo desprecio que manifestó Michael por Su progenitor a Ophra Winfrey en la ABC, en la primera gran entrevista televisada que concedía en 14 años y emitida el pasado febrero, una entrevista que superó la audiencia de la noche de los oscars. La imagen de un padre cruel, corroborada por su hermana Latoya -que ya había publicado un libro en el que denunciaba a su padre por haber abusado sexualmente de ella- justifica sobradamente el anhelo de ser adoptado por Eflzabeth Taylor, dama a la que dicho sea de paso nada le arredra.Cifras de venta aparte (más de 110 millones de discos vendidos), Jackson es también la demostración más brillante y eficaz de la conjunción de esfuerzos de los grandes talentos de la música (Quincy Jones y el propio Jackson, entre otros muchos) y los muy potentes medios de la industria discográfica norteamericana, entre los que cabe destacar la colaboración de realizadores cinematográficos como John Landis (el video-clip de Thriller dinamitó los esquemas y presupuestos tradicionales) y Martin Scorsese (Bad), o la alta tecnología audiovisual (Black and white, del disco Dangerous).

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La industria, la mercadotecnia y las campañas de imagen tienen en Michael Jackson una nítida frontera entre el antes y el después, pero creer que el éxito se debe a la prepotencia comercial de la industria nipo-norteamericana es infravalorar a los consumidores de todo el mundo. Además de medios, la música de Jackson está sobrada de profesionalismo y talento. Hunde sus raíces en esa amplia y brillante estirpe que surge en Sam Cooke o Marvin Gaye y que -en su caso- es capaz de asimilar al instante lo mejor del pop, el funki y o el rap.

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