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Arafat lucha por conseguir la aprobación palestina del acuerdo alcanzado con Israel

El dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, mantuvo ayer una tumultuosa reunión con los miembros del Comité Central de Al Fatah -la facción que lidera en el seno de la central que reúne a las organizaciones palestinas-, en la que intentó arrancar a sus seguidores la aprobación del acuerdo logrado con Israel para la autonomía de Gaza y Jericó. Fuentes próximas al dirigente palestino aseguraron que la reunión fue "una verdadera tempestad". Dos miembros del Comité Central abandonaron la reunión ante la tensión reinante. Varios dirigentes palestinos aseguraron que estaban reflejando el "sentimiento de inquietud" que se ha apoderado del pueblo palestino.

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Israel y sus viejos enemigos de la OLP pugnaban ayer por ultimar los detalles de la firma de un histórico tratado de paz, en medio de intensas presiones de los sectores radicalizados. Les ayudaba el hecho de que el promisorio ballet diplomático se amplió a cinco capitales, con el viaje a París del ministro de Exteriores israelí, Simón Peres. En Washington, Túnez, Jerusalén y Oslo, israelíes y palestinos daban por descontada la firma de un acuerdo que otorgará autonomía limitada a la franja de Gaza y al oasis cisjordano de Jericó.El acendrado escepticismo de árabes e israelíes está perdiendo la batalla. "Esto no lo para nadie", decía ayer con entusiasmo uno de los principales asesores de la delegación palestina que negocia en Washington. Su convicción era compartida en altas esferas del Gobierno israelí y e

las calles de Jerusalén y Tel Aviv. El propio primer ministro, Isaac Rabin, trató de desdramatizar el asesinato del soldado israelí Zion Alcobi en las afueras de Hebrón en la noche del pasado jueves. Alcobi, de 20 años, cayó acribillado por pistoleros palestinos, en lo que constituye el primer atentado árabe desde que se comenzó a perfilar nítidamente la posibilidad de un acuerdo de paz esta semana.

Qassam, el brazo armado de la organización fundamentalista palestina Hamás, se atribuyó ayer el asesinato en un comunicado que no deja lugar a dudas: los enemigos de Israel y de Arafat han jurado seguir luchando contra el proceso.

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Reacción con mesura

Pero si el asesinato de Alcobi en una emboscada en la que resultó herido otro soldado israelí fue una provocación, las reacciones fueron de una mesura inusual. Los colonos judíos de Jerusalén trataron ayer en vano de convocar una multitudinaria manifestación de repudio a las puertas de la casa de Faisal Husseini, prominente figura del equipo negociador palestino.

"Necesitamos continuar luchando contra el terrorismo pero, al mismo tiempo, concretar un acuerdo en el que tenemos plena confianza y que va a poner fin a estos actos criminales", dijo Rabin. O sea, más que nunca urge consolidar lo que se discute en Washington.

Un mensaje mas práctico llevó el ministro de Exteriores, Simón Peres, a la capital francesa, donde sostuvo ayer una serie de encuentros con diplomáticos de países emplazados a contribuir económicamente al éxito del proceso de paz. Los Gobiernos nórdicos ya han ofrecido 150 millones de dólares para crear un fondo destinado al desarrollo de Gaza y Jericó. Ahora, tanto la OLP como Israel quisieran ver la ampliación de esa generosidad. Al fin y al cabo, de la holganza económica depende la tranquilidad política en los paupérrimos campamentos de refugiados.

Arafat libraba entretanto una batalla que inicialmente se presumía relativamente fácil en el seno de su facción, Al Fatah, la más poderosa dentro de la OLP. El Comité Central de este movimiento mantuvo una reunión en la que se debatió "sin hostilidad, pero con franqueza", según uno de los participantes, pero que acabó convirtiéndose en una "verdadera tempestad", según otro. La tensión llevó a dos de los participantes a abandonarla.

Arafat defendió la bondad de los dos proyectos de acuerdo con Israel, pero se encontró con el rechazo de aquellos que temen que el pueblo palestino hipoteque su futuro si pacta con Israel. Una tercera y al parecer decisiva e intensa reunión del Comité Central se celebraba ayer en Túnez.

Además, Arafat debe tratar de persuadir, no sólo a su propio movimiento, sino también al Comité Ejecutivo de la OLP, donde persisten reservas más profundas. En Túnez, los asesores del líder palestino confiaban en que se lograría un consenso, lo que significaría la derrota de buena parte de la OLP, empezando por las facciones apoyadas por Siria.

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