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Ningún ordenador logra imitar a Shakespeare

El programador de la primera novela escrita por una computadora revive su aventura

El estadounidense Scott French ha descubierto una nueva manera de revivir el espíritu de los escritores muertos. Hicieron falta dos años hasta que consiguió programar a su ordenador para que pensara como la autora de novelas de amor Jacqueline Susann, pero el experimento ha sido un éxito. Sólo por esta vez, la primera novela escrita por ordenador, parece haber perfeccionado el estilo de su inspiradora. El libro está recibiendo una buena acogida por la críti ca, reconocimiento que no obtuvo la propia Susann. El experimento tiene Limitaciones: "No podría hacerse con Shakespeare, porque su construcción es mucho más compleja", dice French en entrevista telefónica desde su hogar en Silicon Valley.

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El 'negro' electrónico

"Elegí la obra de Susann tras un cuidado estudio. Susann vendió 28 millones de copias de su novela Valle de muñecas, instaurándose como la autora más vendida del mundo, pero me decidí por ella porque sus novelas son muy metódicas, todas parecen seguir la misma fórmula", explica este norteamericano de 44 años que vive solo rodeado de sus máquinas en el paraíso californiano de los amantes de los chips.El reto de programar un ordenador para que pensara como un novelista surgió en una conversación entre informáticos en una reunión que se celebró hace ocho años. Existían cerebros artificiales para periódicos capaces de entender que cuando los datos hablaban de escala Richter, edificios y muertos se trataba de una noticia sobre un terremoto y eran capaces de construir un artículo, pero de ahí a una novela había que dar un gran salto. French, ingeniero electrónico de profesión, tampoco tenia experiencia literaria previa, el contenido de sus libros era sumamente árido y especializado únicamente en problemas de conducciones y de circuitos.

Islas de información

A pesar de todas las dificultades, que fueron muchas, encontrar un programa de inteligencia artificial cuyo coste no fuera desorbitado fue la tarea más complicada de resolver, según recuerda el autor de este experimento. Este tipo de estructuras informáticas, que han sido diseñadas para efectuar el diagnóstico de enfermedades, para ayudar a volar a los aviones espaciales y para conceder créditos con la tarjeta American Express, eran demasiado costosas para un proyecto en el que, cuando surgió, nadie creía.French puso manos a la obra cuando encontró un programa que tan sólo costaba 10.000 dólares, y empezó a cargar su memoria con islas de información. "Hice una lista con cientos de puntos que podían dar la clave del estilo de escritura de una persona: voz, modo, narrativa, punto de vista, entrecomillados, intensidad de los verbos, simbolismo del diálogo, etcétera", explica French. A partir de ese principio creó escenas llamadas MOP, que deberían ordenar el factor de tensión, número de muertes, intensidad del sexo, la ventaja del diálogo sobre la acción, el número de personajes y si el final debía ser fuerte o débil.

"Después de enseñar al ordenador, éste me respondía: 'Si hay dos personas, es de día y el sentimiento son los celos, el personaje A debe hacer el amor con el personaje B", recuerda French. La máquina le explicaba el número de posibilidades de cada acontecimiento después de relacionar la información almacenada en cada una de sus islas de memoria. "Sin embargo, sin mi edición, muchas de las frases no hubieran tenido sentido", dice el hombre que se considera poco más que un mero corrector de su adorado ordenador. El computador también cometía errores que hubieran llevado hoy al fracaso de la novela. Toda la información almacenada en la memoria de su computadora eran las novelas que Susann escribió en las décadas de los sesenta y setenta, antes de morir de cáncer de pecho. "En muchas ocasiones el ordenador quería situar a los personajes en lugares que están totalmente pasados de moda o hacerles tomar drogas que ya no son populares", puntualiza el programador, orgulloso dé haber enderezado todos esos entuertos.

Entre las tendencias que demostró la computadora está, por ejemplo, hacer que sus personajes comieran siempre fuera de casa o encargaran comida por teléfono. "En su base de datos constaba que la autora Susann odiaba cocinar", añade.

Mientras la novela Sólo por esta vez se vende en las librerías, Scott French ha vuelto a recluirse entre sus máquinas cibernéticas. "Estoy pensando en un nuevo proyecto para escribir otra novela de acuerdo con el estilo de un nuevo escritor. Quizás lo intente con una nueva aventura de Sherlock Holmes", dice. En caso de que finalmente se decida por ello, French contará con la ventaja añadida de que conoce el mundo de la investigación. Paralelamente a sus experimentos informáticos-literarios, French trabaja para detectives privados como especialista en rastreo de pistas recogidas en bases de datos.

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