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El espectro del conflicto étnico

En julio de 1992, unas 100 personas resultaron muertas en los desórdenes provocados por las protestas contra la anulación por Babangida de las elecciones del 12 de junio.La calma ha vuelto a Lagos, pero miles de personas han abandonado la ciudad y han vuelto a sus pueblos de origen, temerosas de que, si se rasga el delicado tejido de la federación, el país entre en una guerra civil

un conflicto de este tipo enfrentaría a los tres grupos étnicos principales -hausa, ibo y yoruba- e intensificaría la rivalidad tradicional entre el Norte y el Sur, así como entre cristianos y musulmanes.

La crisis ha reavivado los recuerdos de la guerra civil de 1967-1970, en la que murieron dos millones de personas, cuando los ibos, que predominan en el Este, intentaron crear su propio Estado, la República de Biafra.

En opinión, de algunos expertos, Nigeria es una Yugoslavia en ciernes: una ruptura enviaría oleadas de inestabilidad a África occidental y pondría fin al avance de la democracia en todo el continente.

Las elecciones que Babangida anuló formaban parte de una iniciativa para suavizar las diferencias étnicas y religiosas. Abiola, un yoruba musulmán del Sur, contaba con apoyo en todo el país, e ganó en la ciudad natal de, su adversario, Bashra Tofa, procedente del Norte.

"Con Abiola nos alzabamos por encima de las diferencias étnicas y religiosas", dice A. O. Olukoshi, un profesor del Instituto Nigeriano de Asuntos Exteriores, en Lagos. "Es la primera vez que un yoruba ha sido capaz de ganar votos en el Este y en el Norte", añade.

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