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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Renovación en Tokio.

LAS MANIOBRAS dilatorias que el Partido Liberal Demócrata (PLD) ha utilizado en el Parlamento para retrasar la elección de Morihiro Hosokawa como nuevo jefe del Gobierno de Japón no han podido disimular el dato esencial. El PLD ha perdido el poder después de casi 40 años de ejercerlo sin interrupción. Japón entra así en una nueva etapa política. Ello es consecuencia de las elecciones del pasado 18 de julio, en las que el PLD perdió la mayoría absoluta.Es cierto que ello no implicaba necesariamente que tuviese que abandonar el poder, ya que seguía siendo, con 225 diputados, el partido más fuerte de la Cámara. Lo que le ha obligado a retirarse del poder' ha sido la decisión de siete partidos centristas, socialdemócratas y derechistas -varios de ellos desprendidos del PLD- de constituir entre,sí una coalición y de designar a Hosokawa como jefe del Gobierno. Al contar la coalición con 245 diputados, su elección estaba, pues, asegurada.

Esta coalición tan heterogénea, sin precedente en la historia de Japón, refleja que existe en el país una voluntad general de limpiar la vida política de, las corrupciones que se han acumulado en ese largo periodo en que un solo partido ha tenido todas las riendas del poder. Pero la composición misma de la coalición suscita dudas sobre su capacidad de consolidarse en el poder. Su plataforma es muy vaga: en el campo estrictamente político, las ideas expresadas en el único documento hecho público hasta ahora indican cierto continuismo con la línea seguida por los Gobiernos anteriores. El cambio debe manifestarse básicamente en el sistema electoral, con el paso a distritos más pequeños y la eliminación - de las corruptelas que han sido inherentes a la politica nipona. Si Hosokawa logra este cambio, el Japón político será mañana distinto de lo que era ayer. El sistema de los grandes barones, ligados a las finanzas y apoyados en un caciquismo basado en el voto agrario, es consustancial con las grandes corrupciones que, al salir a la luz, han obligado a dejar la escena política, en oleadas sucesivas, a las principales figuras del PLD. Por tanto, el primer paso para Hosokawa es que el Parlamento apruebe una ley electoral, después de lo cual acudirá probablemente a las urnas para obtener en una nueva Cámara un respaldo más consistente para la renovación que el país espera.

Es evidente que un sistema político que ha durado 40 años no va a desaparecer rápidamente. Si Hosolcawa logra dar con éxito los primeros pasos renovadores, abriendo cauce al protagonismo de generaciones más jóvenes y sobre todo de capas urbanas deseosas de un debate político real (y no de combinaciones oscuras de pasillo), será una renovación importante. Pero queda una gran duda: ¿logrará la burocracia, que siempre ha desempeñado el papel decisivo por encima de los políticos, imponerse al Gobierno de Hosokawa, o será capaz éste de reducir sus poderes? De la respuesta a esta pregunta depende, en gran medida, que la nueva situación inaugurada en Tokio tenga un carácter renovador de verdad, o se limite, a fin de cuentas, a retoques de fachada.

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En el terreno internacional, es importante que la coalición creada en torno a Hosokawa haya incluido en su plataforma la propuesta de que Japón manifieste de forma solemne y con carácter general su pesar por los daños que ha infligido a otros países en la II Guerra Mundial. Hasta ahora no ha habido un gesto así; sólo, en ciertos casos, excusas parciales.

No es un tema'menor cuando la política exterior nipona entra en una etapa de mayor dinamismo. Indica la voluntad de dejar claro que en el Japón de hoy no deben perdurar las apetencias belicistas de los años cuarenta.

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