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Los "cascos azules" españoles, entre dos fuegos

Miguel Ángel Villena

M. Á. V., Han pasado de ser los árbitros en los litigios entre croatas y musulmanes a encontrarse entre dos fuegos. La escalada bélica, en un incontrolable ritmo, les ha obligado a replegarse en sus cuarteles. Diez soldados de la Agrupación Canarias han pagado ya con su vida el tributo a la misión de paz, en apenas tres meses desde que el teniente Arturo Muñoz fuera alcanzado por una granada en Mostar, el 13 de mayo.

Los 1.100 cascos azules españoles en Bosnia tratan de aguantar el tipo con los nervios a flor de piel y una sensación de rabia e impotencia entre los dientes. Repartido en cuatro campamentos (Divulje, Dracevo, Medjugorje y Jablanica), el batallón español de las Naciones Unidas trata de reabrir el corredor del Neretva y mantener, a pesar de los pesares, buenas relaciones con los jefes croatas del Consejo de Defensa Croata (HVO) y los musulmanes de la Armija (Ejército) bosnia.

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La reducción al mínimo de las escoltas de convoyes humanitarios ha reorientado la tarea de los cascos azules españoles a labores de patrulla o al mantenimiento de vehículos y de instalaciones. A la espera de que amaine el temporal, muchos militares españoles se indignan por las limitaciones del mandato de la ONU. No les cabe en la cabeza que "un patán de un control militar pueda detener un convoy de ayuda protegido por 10 blindados". Un muerto y 17 heridos la pasada semana en Jablanica por un bombardeo, cuyo origen no ha sido identificado de forma oficial aunque todo apunta a los croatas, es el último precio del intento de mantener abierta una ruta que será vital para la supervivencia de Sarajevo y de toda Bosnia central cuando llegue el próximo invierno.

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