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Los refugiados del sur de Líbano vuelven a casa tras la retirada de los israelíes

Decenas de miles de civiles expulsados de sus hogares por los bombardeos de Israel contra las poblaciones del sur de Líbano comenzaron a regresar ayer a sus casas, mientras las tropas israelíes abandonaban la zona, de acuerdo con el alto el fuego decretado el sábado. La paz ha vuelto a la frontera entre ambos países, si bien algunas facciones de la guerrilla pro-iraní de Hezbolá han asegurado que seguirán combatiendo contra la ocupación israelí.

Los refugiados que iban llegando a sus aldeas pudieron comprobar consternados el alcance de la destrucción: casas arrasadas, coches calcinados y carreteras inundadas de cráteres... Todos se lamentaban de ser las víctimas de los enfrentamientos entre la guerrilla de Hezbolá, que lanza ataques esporádicos contra el norte de Israel, y las tropas israelíes. A pesar de todo, muchos comentaban que la operación de represalia emprendida por el Gobierno de Isaac Rabin por la muerte de seis soldados israelíes, que ha ocasionado 130 muertos durante siete días de bombardeos, no ha hecho sino incrementar el apoyo popular a la guerrilla shií.También en el norte de Israel la vida vuelve lentamente a la normalidad. Una buena parte de los 150.000 israelíes que han pasado las noches de la última semana en refugios durmieron ya el sábado en sus camas. Pero no todos. Ya no hay confianza. "¿Quién nos asegura que ellos [el grupo pro-irání Hezbolá] van a mantener su palabra?", se pregunta Amir, un hombre de unos 50 años que tiene un quiosco de bebidas en Kyriat Shmona.

El alto el fuego no es visto exactamente como una victoria por el hombre de la calle en Israel. Dado que no hay un acuerdo firmado, sino sólo una "entente tácita" lograda gracias a los buenos oficios de Estados Unidos, la gente se pregunta cuánto tiempo durará la calma. De hecho, algunos miembros de Hezbolá se han apresurado a señalar que continuarán su lucha contra la presencia israelí en el sur de Líbano.

El papel de EE UU

El principal vencedor de este combate entre Israel y Hezbolá es, en primer lugar, Estados Unidos. Una vez más ha quedado demostrado que nada puede arreglarse en Oriente Próximo sin los norteamericanos. Después, el presidente sirio, Hafez El Asad, que ha demostrado su buena voluntad a los norteamericanos y ha sabido imponer el alto el fuego a Hezbolá. En tercer lugar Rabin, que ha ganado su apuesta de inducir a Hezbolá a cesar las hostilidades sobre Galilea. Victoria modesta la suya, frente al precio exorbitante pagado por la población del sur de Líbano.El acuerdo de paz contiene, no obstante, el germen de una futura crisis. El escenario que ha desencadenado el último enfrentamiento podría repetirse: Hezbolá ataca y mata soldados israelíes dentro de la zona de seguridad, el Ejército israelí responde "en la dirección de los disparos", que es, habitualmente, uno o varios pueblos de shiíes libaneses. Las viviendas de los civiles son alcanzadas y entonces Hezbolá, en represalia, vuelve a lanzar cohetes katiushas sobre Galilea, la zona fronteriza.

Un buen número de comentaristas israelíes cree que sólo una negociación entre todos los implicados (israelíes, sirios y libaneses) puede devolver la paz y la tranquilidad a la frontera del norte de Israel. El secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, que ha trabajado contrarreloj para lograr el cese de hostilidades en el sur del Líbano, comienza hoy una gira por la zona para dar un nuevo impulso a las negociaciones de paz entre árabes e israelíes. Su primera etapa será El Cairo.

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