Infierno en el hospital
Soy una asidua lectora de su períódico y ningún día paso por alto su extraordinaria sección de Cartas al director, en la que tienen cabida muchas de esas quejas que los ciudadanos tenemos y que por mucho que las formulemos, aun siendo justas, nadie parece tener oídos para ellas. Espero que en esta ocasión usted dé muestras de esa extraordinaria sensibilidad que siempre ha venido demostrando en esta sección y que la publicación de esta carta sea el principio del fin de nuestras protestas.Desde hace dos meses, aproximadamente, mi hermano se encuentra ingresado en el área de neurología del hospital general Gregorio Marañón, si bien no es la primera vez que lo hace, ya que en los últimos 18 meses lo ha hecho en otras tres ocasiones, una de ellas coincidiendo también con la época estival.
En el momento de redactar esta carta se me ocurren varios temas que podrían tener cabida en la misma, como, por ejemplo, la comida, que es una auténtica bazofia impropia de un centro de esas características, y tantos otros que probablemente necesitaría todo el espacio de la sección para su publicación. Pero el motivo que me ha llevado a escribirle no es otro que en la sección de neurología no funciona el aire acondicionado; a esto hay que añadirle que está ubicada en la sexta planta, que es la última del edificio y que, por tanto, el sol da durante todo el día; que hemos protestado ante las enfermeras, las cuales han realizado el correspondiente parte sin que todavía hayamos obtenido respuesta; y lo que es peor, que nuestras primeras quejas las realizamos en junio de 1992. Tras más de un año de protestas, los enfermos, algunos de ellos privados de toda movilidad, sufren, junto a las circunstancias que los han postrado allí, otras que son consecuencia de la desidia y el abandono que reina en un hospital que funciona gracias a los impuestos que pagamos los madrileños, y que el señor Leguina destina, entre otras cosas, para construir un nuevo parlamento a la Asamblea de la Comunidad de Madrid en parte de las instalaciones del citado hospital (área de maternidad), pero que no revierten en una mayor calidad de la sanidad en aquellos centros que se encuentran bajo la competencia de la comunidad.
Si en materia de sanidad éste es el servicio que nos va a dar la comunidad, que Dios nos coja confesados y que el Gobierno central tarde mucho tiempo en descentralizar la sanidad por el bien de todos los ciudadanos.
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