La victoria de Milosevic
El presidente serbio, Slobodan Milosevic, salió ayer satisfecho del Palacio de las Naciones tras su encuentro con los mediadores internacionales.Se le notaba en el gesto mientras era acosado por una nube de fotógrafos, cámaras y periodistas. No en vano se considera el gran triunfador de este encuentro en Ginebra.
Denostado como criminal de guerra hace unos meses, amenazado con ataques internacionales y acosos eternos, considera que la cumbre de Ginebra viene a darle la razón, ante su pueblo y ante todo el mundo, al marchar por la dirección de los hechos consumados.
Slobodan Milosevic y sus gentes en Bosnia, dirigidas por Radovan Karadzic, presionan sobre el terreno con éxito. El diario de Belgrado Novosti se explayaba ayer en su entusiasmo. "Brcko, ciudad liberada, el corredor se amplía en cinco kilómetros". Así titulaba.
Thorvald Stoltenberg y, sobre todo, David Owen ejercen intensas presiones sobre el presidente bosnio, Alia Izetbegovic, para que acepte de una vez por todas la partición del Estado tal como la exigen Serbia y Croacia. Las amenazas ya no se dirigen contra vecinos invasores sino contra el presidente bosnio, "falto de realismo" por obstaculizar el éxito diplomático de los mediadores, que supone acabar la guerra con la rendición incondicional de la idea bosnia multicultural y pluriétnica.
Owen recibió a Izetbegovic advirtiéndole del grave riesgo de que, si no firma el acuerdo, el ejército serbio le derrotará por completo.
La amenaza es real. Milosevic y Karadzic se consideran con garantías de que la comunidad internacional no hará nada ante esta posible ofensiva final serbia, con todos los medios a su alcance, que llevaría a la conquista inevitable de Sarajevo y a la desaparición de los restos de enclaves bosnios, mayoritariamente musulmanes.
"No hay nada que negociar", dijo Karadzic antes de su viaje a Ginebra. "O aceptan nuestra oferta o se quedarán sin nada. Están derrotados". Milosevic se mostraba por ello ayer ufano en el Palacio de las Naciones. "Soy optimista", señaló.
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