"Mi vida es mucho más cómoda"
Carmen Suárez, de 31 años y ejecutiva en una agencia de publicidad, es un caso de obesidad mórbida totalmente atípico. Aunque desde pequeña ha sido gorda, y a medida que crecía los kilos aumentaban de forma desproporcionada, esta condición de ser diferente apenas ha alterado su vida. Con 30 años y 156 kilos se planteó someterse a una operación para reducir el estómago y comer menos."Jamás he tenido complejo de gorda", cuenta, "pero entré en el quirófano porque empezaba a tener muchas molestias y notaba como si, siendo joven, comenzaba a hacerme vieja. Me dolía la espalda, me molestaban mucho las varices de las piernas, me agotaba al subir las escaleras o al andar... No tenía ninguna agilidad y sí muchos inconvenientes. Era un problema ir al cine y subir a un avión, porque los asientos me resultaban incómodos. Después de operarme hace poco más de un año y con 86 kilos que peso ahora mi vida es mucho más cómoda. Éste es el principal valor que he ganado: la comodidad".
Carmen afirma que, contrariamente a la mayoría de los obesos, siempre ha aceptado su problema y su vida no ha cambiado nada por él: "Siempre he hecho deporte: tenis, esquí y natación. Mi familia me ha educado como una niña igual que las demás y esto me ha ayudado enormemente a tener un gran equilibrio psicológico. También es cierto que para mí el físico es algo secundario, algo a lo que no concedo tanta importancia como mucha gente".
Se sigue vistiendo igual que antes, con trajes y camisas hechos en sastrería y continúa sin utilizar zapatos de tacón y sin maquillarse. "En mi situación o te acomplejas y no sales de casa, o te forjas una fuerte personalidad y vas a comerte el mundo".
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