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A grandes males, grandes remedios

El quirófano, una solución para los super obesos incapaces de seguir una dieta

No pueden ir al cine o al teatro porque no caben en las butacas. En los restaurantes también tienen problemas a veces para encontrar una silla cómoda para sus medidas. Algunos hasta se ven obligados a pagar dos billetes de avión por ocupar dos plazas. Son esas grandes personas de más de 150 kilos que hacen de la comida su mayor placer y también su tormento. Para algunos de estos grandes obesos, el comer es el mejor bálsamo para sus frustraciones, sus soledades y sus maltrechos afectos. Fracasan con todas las dietas de adelgazamiento que intentan y su única salida es pasar por el quirófano.Si durante décadas prevaleció la creencia de que los gorditos eran personas plácidas y bonachonas, la medicina moderna está descubriendo que, salvo aisladas excepciones, en un obeso se esconde un ser que no se acepta a sí mismo por sus desproporcionadas medidas frente a los cánones estéticos imperantes. Es muy frecuente también que estos individuos sufran trastornos de la personalidad y tengan serios problemas de relación y comunicación en su entorno familiar.

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Según Álvaro Larrad, jefe clínico de cirugía del hospital Gregorio Marañón, de Madrid, y uno de los especialistas españoles con mayor casuística de intervenciones quirúrgicas en obesos, no toda persona con exceso de kilos es tributaria de este tipo de tratamiento. "Hay que partir", explica, "de dos criterios básicos: que pese más del 100% de su peso ideal y que el llamado índice de masa corporal supere los 40 puntos. Luego se les hace un completo estudio bioquímico, hormonal, metabólico, cardiopulmonar y psiquiátrico y, si los resultados son satisfactorios, pasamos a la cirugía".

Menos estómago

La operación suele durar entre dos horas, y media y cuatro. Actualmente las técnicas quirúrgicas son tres. "Mediante la gastroplastia", indica Larrad, "logramos una importante reducción gástrica, limitando considerablemente la capacidad del estómago. Con la segunda técnica, que ya se ha dejado de practicar, se intentaba conseguir una mala absorción intestinal, dejando sin función gran parte del intestino. La tercera técnica es mixta y participa de ambos procedimientos. La elección de una u otra depende en gran medida de las preferencias del cirujano y, en parte, de las características del paciente. La mortalidad operatoria está por debajo del 1% y las secuelas o complicaciones no alcanzan el 2%. Sólo en muy pocos casos la operación tiene que repetirse".La operación "por sí sola no garantiza el éxito. Aunque ésta contribuye de forma importante a que el paciente coma menos o a que elimine rápidamente los alimentos, es imprescindible la voluntad para mantener una dieta hipocalórica durante al menos cuatro años. Con ella, y bajo estricto control del endocrinólogo, en el primer año que sigue a la intervención todos los pacientes suelen perder unos 50 kilos.

Basilio Moreno, jefe clínico de endocrinología del Gregorio Marañón, advierte que sin la colaboración del paciente no se consigue nada: "Desde el primer momento es fundamental la reeducación de los hábitos alimentarios. Como no respeten el régimen que deben seguir y empiecen a comer, si no grandes cantidades, sí alimentos hipercalóricos, recuperan su peso de antes. Nuestra ayuda es permanente, pero ellos deben estar totalmente convencidos de lo que quieren y dispuestos a sacrificarse".

"Nos han llegado pacientes", indica Larrad, "preguntando si después de ser operados podrían comer todo lo que quisiesen. Con esa predisposición es mejor que no se planteen esta alternativa a su enfermedad".

Moreno afirma que estas personas, incluidas en la categoría médica de obesidad mórbida, suelen empezar a sobrealimentarse en la pubertad y llegan a superar ampliamente los 140 kilos en la edad adulta.

"Acuden a nosotros", dice, "después de un largo peregrinaje por diferentes médicos. El 80% de estos obesos son mujeres. Muchos de ellos tienen una personalidad neurótica y fóbica, con grandes problemas de desintegración social. No padecen ninguna alteración endocrinológica, pero son incapaces de seguir un régimen. Por tratarse, en la gran mayoría, de casos de hombres y mujeres jóvenes, gozan de buena salud. Sin embargo, a partir de cierta edad su expectativa de vida se reduce, empiezan a sufrir deterioros en las articulaciones de las piernas por el gran peso que deben soportar y también tienen muchos más riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas, así como otros trastornos importantes. La única alternativa que les queda es la cirugía. Es decir, a grandes males, grandes remedios".

El hospital Gregorio Marañón, de Madrid, es uno de los centros españoles con más experiencia en el tratamiento quirúrgico de la obesidad mórbida. A pesar de ser una alternativa terapéutica admitida, sancionada científicamente y experimentada desde hace varios años en los países desarrollados, existen pocas instituciones de la red hospitalaria pública que realicen esta intervención. En cuanto a las privadas, el número es mucho más reducido.

El cirujano del Gregorio Marañón asegura que es fundamental una adecuada selección del paciente que va a entrar en el quirófano "para asegurar el éxito del tratamiento".

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