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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Juego de contrastes

Casi seis horas de música densa, y tan cambiante como las condiciones climatológicas en que se desarrollaron, fue el balance de la segunda jornada del festival donostiarra. Sol por la tarde, lluvia por la noche: distintos marcos para el jazz que gusta jugar a los contrastes.La entrañable plaza de la Trinidad debutaba con un homenaje a Dizzy Gillespie. El pianista panameño Danilo Pérez y el saxofonista portorriqueño David Sánchez evocaron al maestro sin necesidad de rebuscar en el baúl de los clichés. Rejuvenecieron Woody'n you con un auténtico replanteamiento armónico; siguieron la misma estrategia en Flighi to freedom, una bonita pieza original de Pérez, y en Round midnight, soberbiamente introducida por el pianista.

2ª jornada de Jazzaldia

Danilo Pérez & y David Sánchez Dúo, Gonzalo Rubalcaba Cuarteto, Don Pullen & The African-Brazilian Connection, Elvin Jones Jazz: Machine. Plaza de la Trinidad. San Sebastián, 24 de julio.

Desgraciadamente, Preludio proyecto latino, tema con el que abrió el cuarteto del pianista Gonzalo Rubalcaba, anunció un cambio drástico de atmósfera musical y un alejamiento del espíritu de Gillespie. El cubano tiende a saturar sus solos y a menudo crispa pasajes que deberían resolverse con total relajación. Lo mejor de su concierto fue un emotivo Con alma, a piano sólo.

Don Pullen se encargó de levantar los ánimos. No se concibe recordatorio más sincero y profundo que el rendido por el pianista a quien fuera su mejor amigo, el saxofonista George Adams. La bellísima Ah George, we hardly knew ya permanecerá en la memoria del festival durante mucho tiempo. El exquisito saxo alto de Carlos Ward y la percusión entusiasta del senegalés Mor Thiam realzaron la labor del triunfador de la jornada.

A Elvin Jones le correspondió cerrarla y dar la bienvenida a la lluvia. Está acostumbrado a aguantar durante años los maratonianos solos de John Coltrane y al veterano batería todo se le hace poco. No es extraño, pues, que en su grupo lleve a solistas resistentes que derrochan cantidad a falta de calidad. Despiadado con las baquetas en los tempos rápidos y comprensivo con las escobillas en las baladas, Jones acaparó la atención con su inagotable baraja rítmica, hasta que gruesos goterones hicieron buscar cobijo al público. La protección de algunas comisas y las sillas vueltas del revés permitieron el final feliz.

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