_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Misógina comedia a la francesa

Patrice Leconte comienza a dirigir a principios de los años sesenta, siempre dentro del terreno de la comedia. Hasta finales de los años ochenta rueda ocho obras de irregular aceptación antes de obtener un gran éxito con Monsieur Hire (1988) y sobre todo con El marido de la peluquera (1990), que en España pasa muchos meses en cartel. Esto le permite realizar la más ambiciosa, personal y, posiblemente, mejor de sus obras, La maté porque era mía, distorsionado título castellano del sucinto original: Tango.La maté porque era mía está rodada casi en su totalidad en amplios exteriores y contrasta con el tono claustrofóbico de las últimas películas de Leconte, pero prosigue el desarrollo de un humor francés en la misma línea. Está dividida claramente en tres partes y destaca la brillantez del epílogo, y en especial el prólogo, que tiene un tono más reposado y cíclico que el resto del relato.La mate porque era mía, en un estilo bastante elaborado, que se sitúa a medio camino entre el del clásico teatral Jean Anouilh y el cinematográfico de Bertrand Blier -en concreto tiene parentesco con su filme Los rompepelotas (1974), pero sin alcanzar éste el grado de locura, muy francés, quizá demasiado, en el que Patrice Laconte se siente como el pez en el agua-, se desarrolla esta misógina comedia a la francesa. Misógina hasta el extremo de que los nombres de los actores masculinos aparecen en los títulos de crédito iniciales de la película y los de las mujeres cuando esta termina.

La maté porque era mía

Director y guionista: Patrice Leconte. Fotografia: Eduardo Serra, Francia 1992. Intérpretes: Philippe Noiret, Richard Bohringer, Thierry Lhermitte, Miou-Miou, Jean Rochefort. Cines Palafox, Dúplex, Ideal (v. o.).

Muy por encima del conjunto se sitúa el impecable trabajo del gran actor Philippe Noiret al dar vida a un misógino y deshonesto juez apodado El Elegante. Y esto se debe tanto a la excelente composición de tan inusual personaje como por lo bien que el actor juega con su peculiar voz. De forma que tras ver La maté porque era mía lo que permanece en el recuerdo es el trabajo de Noiret y, sobre todo, la imagen que compone de El Elegante en la escena en que éste vuelve de buscar gasolina, con un pañuelo anudado en la cabeza, cantando malamente en castellano el tango Traición, eje de la acción, y que es sin duda el mejor momento de la película.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_