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El Consejo de Seguridad de la ONU busca un acuerdo para responder con contundencia a Sadam Husein

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha vuelto a poner en marcha el mecanismo de consultas para decidir represalias militares contra Irak tras la nueva crisis abierta entre la comunidad internacional y el régimen de Sadam Husein. El enfrentamiento, que nace de la negativa de Bagdad a autorizar la clausura de dos plantas de ensayo de misiles, ha desembocado en una nueva crisis. Hay tensión y nerviosismo. La inesperada salida el domingo de Bagdad de los inspectores tuvo tintes dramáticos, como reconocieron las autoridades iraquíes, y parece presagiar una solución de fuerza.

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La crisis de los misiles le va a costar a Irak 1.600 millones de dólares (más de 200.000 millones de pesetas). Las negociaciones que llevaba a cabo, en Nueva York, una delegación iraquí con otra de las Naciones Unidas para obtener un regreso, limitado y controlado, al mercado internacional de petróleo están bloqueadas. Se han contaminado del mal ambiente que reina en el edificio de las Naciones Unidas. En estas negociaciones petroleras, Bagdad esperaba obtener permiso para colocar crudo por valor de 1.600 millones de dólares durante los próximos seis meses.El Consejo de Seguridad, presidido por el británico David Hannay, tenía previsto reunirse en la madrugada de hoy (hora peninsular española) para adoptar una postura común ante lo que se considera un nuevo desafío iraquí. Los contactos bilaterales para urdir un compromiso eran continuos. El Consejo no parecía tan unido como en anteriores ocasiones. China, que es miembro permanente y posee derecho de veto, era, de entrada, el más reticente a la hora de apoyar un nuevo ataque militar sobre Bagdad. El presidente de la comisión especial de la ONU encargado del desarme de Irak, Rolf Ekeus, anunció ayer que viajará de nuevo a Bagdad en una "misión de última oportunidad" para que el régimen de Sadam Husein acepte las condiciones de las Naciones Unidas.

El embajador chino considera que la ONU debe explorar antes todas las vías de negociación posible. No se espera que el Consejo de Seguridad adopte una decisión rápida, pues a los problemas para construir un compromiso se suma la ausencia del presidente Bill Clinton.

El vicepresidente estadounidense, Al Gore, en ausencia del presidente, aseguró el domingo, en una entrevista televisiva, que la nueva situación creada por Bagdad era un verdadero desafío a las Naciones Unidas. Gore explicó entonces los pasos a seguir: iniciar consultas con los aliados, Reino Unido y Francia fundamentalmente, para que "Sadam entienda que no puede jugar con el mundo ni con este tipo de inspecciones".

Estados Unidos parece inclinarse en favor de la solución más dura: que el régimen de Sadam Husein elimine las dos bases de misiles en discusión o que (51 Consejo de Seguridad apruebe su destrucción.

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El pasado 27 de junio, Estados Unidos decidió de manera unilateral un ataque con 23 misiles Tomahawk contra la sede de los servicios secretos iraquíes, a las orillas del Tigris en pleno Bagdad, en represalia por la presunta relación de éstos en el intento de asesinato del ex presidente George Bush durante una visita Kuwait. En aquel viaje, las autoridades del emirato condecoraron a Bush por su "heroico papel" en la guerra del Golfo y en la liberación del país. Tras. aquella acción unilateral, Washington se ha mostró partidario de regresar al consenso.

Explicación de Bagdad

El Gobierno de Irak insiste en su postura y asegura que no tiene intención alguna de mofarse de las resoluciones de la ONU. Bagdad afirma que sus plantas de misiles no violan acuerdo internacional alguno y que, por lo tanto, no tienen por qué ser precintadas. Según el acuerdo de alto el fuego firmado al final de la guerra del Golfo, Irak tiene prohibido experimentar con misiles que sobrepasen los 100 kilómetros, pero no con los de radio inferior.Las dos bases cercanas a Bagdad que son el foco de la polémica, realizan, pruebas con misiles de alcance inferior a este límite. Sin embargo, los técnicos de las Naciones Unidas temen que detrás de esta tapadera legal, los iraquíes estén experimentando con misiles prohibidos. Para comprobarlo, la ONU decidió colocar unas cámaras de vídeo en su interior, extremo al que se opuso Irak. De la crisis de las cámaras se pasó este fin de semana a la crisis (le los inspectores. El sábado, un grupo de tres inspectores, encabezados por el norteamericano Mark Silver, llegó a Bagdad con el objetivo de precintar las dos plantas de misiles. Tras un día de infructuosas negociaciones, Silver abandonó el domingo de forma precipitada el país.

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