Enigmas del reumatismo
La medicina desconoce la causa de la mayor parte de las dolencias del aparato locomotor, afectan al 30% de la población
"Todavía no conocemos la causa de la artritis reumatoide, quizás sabemos diagnosticarla algo mejor, pero aún nos quedan muchas dudas acerca de cuál podría ser el mejor tratamiento". Semejante demostración de humildad y realismo partió de uno de los más eminentes reumatólogos, el norteamericano N. J. Zvaifier y sintetiza a la perfección el estado actual de la medicina en un campo tan amplio como el de la reumatología.Esta especialidad abarca un conjunto de más de doscientas patologías del aparato locomotor que afectan en algún momento de su vida al 30% de la población, según datos aportados por el epidemiólogo Sjef van der Linden al XVIII congreso mundial de reumatología que la semana pasada reunió en Barcelona a 4.000 especialistas de todo el mundo. Entre las enfermedades reumáticas sobresalen, por su frecuencia, la artrosis -desgaste de las articulaciones- que afecta a un 5% de la población.
Las causas de las afecciones más graves siguen siendo un misterio y los tratamientos disponibles, insatisfactorios en la mayoría de los casos. A pesar de que algunas de las enfermedades reumáticas más comunes, como la gota, se curan y otras pueden controlarse, persiste todavía el desafilo de averiguar el origen o la causa de las afecciones más graves, entre ellas la artritis reumatoide, que se produce por una inflamación de las articulaciones, afecta al 1,8% de la población y en estadíos avanzados tiene una mortalidad equiparable a la de los linfomas, según el especialista británico Ravinder Mainer.
Los últimos estudios confirman que existe una predisposición genética en las personas afectadas por artritis, pero es necesario un factor externo que desencadene la enfermedad: "Pueden ser virus, infecciones bacterianas o elementos de la contaminación ambiental. Se ha demostrado, por ejemplo, mayor incidencia de artritis entre los trabajadores del carbón", dijo Mainer.
Dolor sin causa
Una de las enfermedades reumáticas más enigmáticas es la fibromialgia. Se observa con frecuencia en las consultas de los médicos de cabecera y los pacientes que la sufren suelen peregrinar por la medicina oficial y acaban en manos de los curanderos. Es una enfermedad con fuerte sintomatología y, en cambio, ninguna afección somática."Usted no tiene absolutamente nada". Cuando el paciente oye esto de boca del médico, después de interminables pruebas, se desespera, y con razón, porque los síntomas que refiere son varios, y desde luego no son inventados.
"Estos pacientes se encuentran realmente mal, pero ningún hueso, ninguna articulación, ningún tejido muscular de su cuerpo presentación la más mínima alteración", explica Geoffrey Littlejohn. "No te rindas ante el reumatismo" es el explícito titulo del libro editado en castellano por Littlejohn, convencido de que la clave para controlar la enfermedad está en la psique del propio paciente. Poca cosa más se sabe de ella. "En la fibromialgia concurren cinco síntomas: dolor difuso y generalizado, punzadas de dolor localizado, insomnio, fatiga y trastornos psicológicos, frecuentemente depresión", explica Littlejohn.
Se desconoce por completo qué puede causar semejante malestar. Sólo se ha observado que aproximadamente un tercio de los pacientes han sufrido poco antes algún traumatismo y que otro tercio ha tenido algún tipo de infección vírica. "Creemos que puede tratarse de una alteración del sistema neurológico que controla el dolor. Es como si, por un desencadenante externo, el umbral de percepción del dolor cayera de repente, y movimientos habituales que normalmente no percibimos, resultan para estos pacientes altamente dolorosos". Curiosamente, la fibromialgia es más frecuente en las mujeres, y muchas acaban con un volante para el psiquiatra. Lo contrario de lo que ocurre en la gota, que siempre ha sido más frecuente en los hombres, aunque algunos datos recientes apuntan a que también esto está cambiando. La gota es, probablemente, la afección reumática mejor conocida. Se produce por la acumulación de cristales de ácido úrico en el líquido sinovial de las articulaciones, de ahí el intenso dolor y la hinchazón que provoca. Y se produce por un exceso de ácido úrico, la substancia encargada de metabolizar las proteínas de los alimentos.
Hasta ahora era una afección típica de los hombres adultos y se creía que era debida principalmente a un exceso de proteínas en la dieta. Pero ahora se ha averiguado, según Antonio Reginato, especialista chileno afincado en Estados Unidos, que el alcohol juega un papel más determinante.
En los últimos años se ha observado que la gota también se diangostica, y de forma creciente, entre las mujeres. Varias son las causas, según coinciden Antonio Reginato y David McCarty, el científico norteamericano que descubrió los cristales de ácido úrico y abrió así las puertas del tratamiento con el que ahora se controla la gota con facilidad. El abuso de productos diuréticos en las dietas de adelgazamiento es una de ellas. También algunos tratamientos contra la hipertensión que contienen diuréticos y, finalmente, el alcoholismo oculto de muchas mujeres.
El momento de máximo peligro se produce tras la menopausia, con la caída del nivel de estrógenos, pues se considera que estas hormonas protegen a la mujer frente a las alteraciones del ácido úrico.
Hay un tipo de gota en la que se ha podido demostrar un factor hereditario. Los especialistas la denominan seudogota porque no está producida por cristales de ácido úrico, sino por cristales de calcio. El factor genético de esta gota fue descubierto por Antonio Reginato en tina pequeña isla del sur de Chile, donde era muy frecuente. Esta isla es denominada Nueva Galicia porque sus pobladores originales procedían de esta región española. Al buscar las raíces de las familias efectadas, Reginato encontró varias poblaciones de Galicia y Santander en las que también es frecuente este tipo de gota, y pudo establecer vículos familiares entre los antepasados de familias afectadas en España y los primeros pobladores de Nueva Galicia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.