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Los 'demonios' de Els Comediants inauguran el Festival de Mérida

La inauguración del Festival de Mérida con Els Comediants cumplió el objetivo deseado por los promotores de la muestra: que el público se reencontrara con el teatro y el anfiteatro romano, a los que había dado la espalda después de una etapa de distanciamiento provocada por una reiterada y en muchas ocasiones desafortunada aproximación a los clásicos griegos y latinos desde una concepción teatral arcaica, solemne y casi siempre aburrida.El arranque del festival traía nerviosos a los organizadores, conscientes de lo mucho que había en juego, y se apostó por lo seguro, como reconocía el director general de Acción Cultural de la Junta de Extremadura, Luis Ángel Ruiz de Gopegui. "No se había hecho ninguna pirueta. Els Comediants es un valor seguro y con un espectáculo consagrado". Uno de los responsables de la muestra, Francisco Suárez, mostraba su satisfacción al término del espectáculo Dimonis por haberse alcanzado la meta de salida: llenar el teatro. "Y lo mejor para ello era una fiesta y con participación", añadió.

En ese sentido, Els Comediants lo tuvo fácil: un espectáculo rodado por barcos, acueductos y plazas, un ambiente previo caldeado por toda la sociedad extremeña, deseosa de redescubrir el festival, unas ruinas romanas de mil posibilidades y un público deseoso de participar y de olvidar las tediosas ediciones anteriores.

La fiesta estaba servida, y Els Comediants desplegó sus sátiros, demonios, faunos y fantasmas al servicio del fuego, la diversión, el cántico, el baile, la sorpresa y la risa. El recinto romano se convirtió en un impresionante escenario abierto y en un laberinto donde el público se dejó llevar por un juego ingenuo y divertido. Levantándose del teatro, corriendo entre las gradas, asustándose en los túneles, sorprendiéndose con arbustos quemados fuera del guión, tropezando, cayéndose, y con la mirada siempre atenta al fuego, que aparecía por cualquier rincón.

Els Comediants se había atrevido a tomar materialmente y a transgredir las normas de dos espacios sagrados: el teatro y el anfiteatro romano. "Y lo más hermoso ha sido", decía Luis Ángel Ruiz de Gopegui, "la respuesta del público, la mayoría de él joven". Joan Font, el director de Els Comediants, resaltaba precisamente "el mestizaje del público", algo que no le parecía "normal en las inauguraciones de los festivales, donde va un tipo de espectador más especializado, y aquí había adultos, niños y jóvenes. En esto el festival puede estar contento".

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