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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los zapatos del traficante

Tras una larga etapa televisiva, y antes de caer en la bien remunerada trampa del cine norteamericano, el británico Stephen Frears se hace famoso en la segunda mitad de la década de los ochenta con una trilogía de películas que critica con dureza la Inglaterra de Margaret Thatcher. Dos de ellas, las mejores, Mi hermosa lavandería (1985) y Sammy y Rosie se lo montan (1987), la priemera y la última, están basadas en guiones de Hanif Kureishi.A comienzos de la siguiente década, y gracias al éxito de la trilogía, el guionista Hanif Kureishi también se convierte en realizador, pero, tal como demuestra Londres me mata, amadrileñada traducción de London kills me, lo suyo es escribir mucho más que dirigir.

London kills me

Director y guionista: Hanif Kureishi. Fotografía: Ed Lachman. Coordinador musical: Charlie Gillet. Reino Unido, 1991. Intérpretes: Justin Chadwick, Syeven Mackintosh, Emer McCourt, Roshan Seth, Fiona Shaw. Estreno en Madrid: Proyecciones, Azul.,

Nunca sabe cómo mover a la. media docena de traficantes y drogadictos que siempre tiene ante la cámara, y demuestra incapacidad para sacar el menor partido visual de sus decorados, crear unas imágenes mínimamente atractivas o insólitas.

La historia que narra, una personal versión de La Cenicienta, donde un traficante drogadicto, cansado de la vida que lleva, sólo necesita encontrar unos zapatos de su número para salir del infierno, con vertirse en camarero y conseguir a la chica que le gusta, evidentemente tiene su atractivo y su gracia.

Fallos

Aunque hay que rebuscar demasiado entre unas escenas siempre muy largas, un desarrollo dramático algo repetitivo, unos diálogos cuyo posible valor realista se pierde con el doblaje y unos actores que nada tienen que ver con la siempre brillante escuela británica, para encontrar el lado positivo de Londres me mata. Fallos sólo achacables a la torpeza de Hanif Kureishi, más que a su falta de experiencia cinematográfica:Una vez finalizado el montaje, y al ver que aquella historia que resultaba tan bien leída, en el guión, no funcionaba como debía, el propio realizador, o más posiblemente su director, trató de arreglarlo incluyendo gran cantidad, demasiada, de música de gente conocida en la banda sonora; pero, como suele ocurrir en estas ocasiones, el resultado es todavía peor.

Las pobres y descoloridas imágenes van por un lado, la historia por otro, y la música se despega por completo del conjunto y sólo ocupa su justo sitio como fondo de los títulos finales.

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