Boff sugiere que el cargo de Papa sea rotativo para democratizar la Iglesia
El Papa podría ser un cargo de carácter rotativo. Esto sugiere Leonardo Boff, teólogo de la liberación brasileño, como medio para democratizar la Iglesia católica, que tiene una estructura jerárquica "monárquica". Boff, que colgó los hábitos franciscanos hace un año por las presiones vaticanas, cuyo poder definió -como "cruel y sin piedad", quiere que el próximo Pontífice proceda de África. "De los negros que fueron esclavizados siempre y representan al siervo sufriente en la historia" explica.
Boff, que asiste en España al encuentro anual de la revista teológica Concilium, que edita en España Verbo Divino, sostiene, en declaraciones realizadas a este diario, que la "democracia vive formas de participación cada vez más amplias". En esta línea, critica la forma de gobierno de la jerarquía de la "Iglesia roman -católica". "Donde hay jerarquía", valora, "hay poca participación; por eso hay poca dernocracia". Boff, de 54 años, abunda en su criterio señalando: "En una Iglesia que dice que el Papa tiene el poder supremo, ordinario y mediato sobre cada creyente, es dificil pensar en una democracia; más bien pensamos en un sistema monárquico y autocrático".El teólogo defiende la democratización de la institución eclesial, aprovechando las "cuñas" abiertas para la participación, desde las comunidades de base hasta el Sínodo de obispos. La realidad sinodal, a juicio de Boff, podría conformarse como el verdadero gobierno central y colegiado de la Iglesia.
"Este colegio, integrado por representantes de todos los continentes, podría tener un presidente que funcionaría como Papa y que tendría un mandato determinado, de seis años, por ejemplo", dice. El teólogo brasileño echa mano del Nuevo Testamento para justificar su propuesta: "Expone un modelo. Jesús se rodea de 12 apóstoles; de los 12 elige a tres, que son los más cercanos, y de los tres elige a Pedro, que es su colaborador más inmediato. Algo así podría hacerse en la Iglesia para que sea menos monárquica y más colegial y democrática".
Boff indica que el pontificado de Juan Pablo Il ha revelado un temor, "el miedo a no conseguir mantener la unidad de la Iglesia". La administración eclesial "está impactada" por la realidad plural que conforman los creyentes y sus realidades, diferentes en el Primer y el Tercer Mundo. Critica, por ello, la voluntad homogeneizadora del Vaticano frente a la aptitud comprometida de los católicos del Tercer Mundo y su vitalidad. "Roma no alcanza a entender nuestro discurso y por eso articula medidas de vigilancia y control que hacen que la Iglesia se parezca más a un ejército que a un pueblo de Dios, con su diversidad de expresión", indica.
Un Papa de los esclavos
"La Iglesia católica será una Iglesia del Tercer Mundo en el tercer milenio", sostiene Boff. Algo, dice, que no está siendo tomado en serio actualmente por el Vaticano. "El crístianismo", abunda, "será jerárquico en Occidente, pero comunitario y encarnado en las culturas en el Tercer Mundo". De los oprimidos ha de surgir el Papa que suceda a Karol Wojtyla, desea Boff. La relación númerica -el Tercer Mundo reúne a más de la mitad de los católicos- lo justifica. "Ha de venir [el nuevo Papa] de la gran tribulación de África, de los negros que fueron esclavizados siempre, que representan al siervo sufriente de la historia. Sería el símbolo de una nueva humanidad que se reconcilia y el mejor representante de la fe, de la herencia de Jesús, que podría sentir más el dolor global del mundo y aliviarlo".Boff considera que la experiencia que concluyó con su renuncia al sacerdocio "fue amarga, pero liberadora, porque me ha hecho entender que la fe es más grande que la Iglesia y que el mundo es el lugar donde Dios está presente, y quiere ser servido en él y no solamente en las iglesias". Y consideró "mediocre" y una muestra de escasa fe la equiparación de su renuncia con Judas, que realizó el secretario de Estado del Vaticano, Sodano.
