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Ingenio sobre el ingenio

Un profesor de instituto, premio nacional de ensayo por su primer libro: el jurado es ingenioso, y su juicio entra en los dominios de este divertido tratado, Elogio y refutación del ingenio. El jurado está en su derecho: que el premio se discierne a la mejor obra de la especialidad en el año, y ésta puede considerarse perfectamente "mejor", a su juicio. No sé si al mío, felizmente: no conozco todas las obras publicadas. Si me es lícito decir que es una excelente obra, sorprendente y divertida.El ingenio es una materia natural en España; no se limita el autor al país, aunque tome varios de sus casos en la literatura -especialmente Francisco Umbral, su favorito- El ingenio es callejero, quizá una forma de autodestrucción. Rompe conversaciones, trocea en fragmentos, en chistes los termina. Saltaba, antes, en el Congreso -ahora no: es cómicamente serio y agresivo- y podía cortar con carcajadas el examen de un proyecto de ley ("Voy a hacer a sus señorías una proposición..." "Si es honesta... ", interrumpió el radical Pérez Madrigal); aparece en los consejos de administración, en las juntas generales.

Más información
José Antonio Marina, un estudioso de la inteligencia, Premio Nacional de Ensayo

La literatura española se manifiesta con las diferentes formas del humor -espíritu, sátira, ironía, sarcasmos, giro sardónico, cinismo, comicidad-, mezclado con el dramatismo: el mismo Umbral, Cela (otro básico), la mayoría de los escritores, los columnistas de los periódicos que son sus más esforzados buscadores: lo están utilizando para reducir el alcance de la tragedia: una especie de understatement en el estilo inglés, que es español castizo (Cervantes, tan querido de Marina como Quevedo, ingenios entre el desastre); apenas hay humoristas oficiales ya, pero hay una impregnación general. Todo es humor donde las grandes declaraciones hay que hacerlas en tono menor: algo que ha descubierto la publicidad -citada en el libro- y no la política, que es de nuevos ricos de la palabra, de amenazantes y tersos personajes. Véase la campana.

Cuando apareció el libro de Marina fascinó. Era lógico que cayera en los periódicos como un riego de agua bendita: para los críticos llegaba, al fin, un libro que leían -a gusto y, al mismo tiempo, lleno de verdad. Se trasladó al público y se agotó en las librerías. Yo fui uno de los fascinados, aunque tuve unas ciertas dudas de si era realmente un libro importante. Es sarcástica la busca de "algo importante" y la duda ante la falta del sentido de lo trágico: yo, objeto de sarcasmo de mí mismo. Anunciaba Marina una segunda parte, un estudio más amplio (se espera): con la timidez de quien se presenta sin saber si lo que ha hecho es realmente importante. Lo es: la sanción de este jurado, aunque tenga el humor negro de dejar fuera al grupo de ensayistas trascendentales y de cumplir esta excepción para un primer libro, lo consagra así.

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