Churkin, incapaz de lograr que los serbios cedan a las presiones internacionales
Vitali Churkin, viceministro de Exteriores ruso, encargado de convencer a los serbios de Bosnia y de la nueva Yugoslavia de que permitan la aplicación de la nueva iniciativa internacional para llevar la paz a Bosnia, no ha tenido éxito en su intento. Ayer, no consiguió obtener el visto bueno ni para el despliegue de los observadores internacionales en la frontera entre Serbia y Bosnia ni para el envío de monitores a Kosovo, la explosiva provincia serbia de mayoría albanesa.
El nuevo mediador internacional para la crisis en la antigua Yugoslavia, Thorvald Stoltenberg, ex ministro de Exteriores noruego, no descartó por su parte el uso de la fuerza en contra de los serbios de Bosnia, al llegar ayer en Zagreb, la capital de Croacia, al inicio de una gira de cuatro días por la región.Churkin no tiene suerte diplomática en los Balcanes, a pesar de la tradicional hermandad serbio-rusa. El presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, y el líder serbio en Bosnia, Radovan Karadzic, le comunicaron que no permitirán observadores en su frontera común, aunque sean rusos. Karadzic le aclaró que no acepta los mapas elaborados por Vance y Owen, dividiendo Bosnia en 10 provincias, pero sí está dispuesto al "canje de territorios". El diario belgradense Borba recuerda que en la conferencia de Londres sobre el conflicto yugoslavo, celebrada en agosto del año pasado, tanto Milosevic como Karadzic aceptaron la presencia de los monitores, sin alegar, como ahora, que éstos violarían su soberanía nacional.
Churkin estimó que Milosevic se ha "mostrado sensible a algunas sugerencias", sin especificar cuáles. Precisó asimismo que Rusia no apoya la secesión de Kosovo. Luego partió hacia Pristina, la capital de la provincia. Las autoridades serbias locales le aseguraron que no existía la necesidad de establecer la vigilancia internacional para impedir que la tensa situación en Kosovo degenere en el conflicto armado.
Vitali Churkin se entrevistó también con los dirigentes albaneses en Kosovo cuyo máximo líder espiritual, Adem Demaqi, inició ayer una huelga de hambre en protesta por los intentos de las autoridades serbias de ahogar la libertad de la prensa en albanés.
Churkin fracasó también cuando pretendió convencer a los serbios de Krajina (Croacia) de que se sentasen en la mesa, de negociaciones con las autoridades de Zagreb. El diplomático ruso consiguió la celebración de una reunión serbo-croata durante su última visita, pero ésta no fructificó. El Gobierno de Krajina rehusó ayer acudir a la cita en Zagreb, prevista para hoy, que debería poner fin a los conflictos armados en Krajina iniciados el 22 de enero pasado. El Gobierno de esta autoproclamada república serbia precisó que 12 personas murieron desde el inicio de las negociaciones diplomáticas, el 15 de mayo.
El futuro de Sarajevo
En Sarajevo, la Uriprofor (fuerza de las Naciones Unidas) intenta poner en marcha el plan de la desmilitarización de la ciudad, una de las seis zonas de protección de la ONU según el plan de acción conjunta de Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y España. Los jefes de los tres Ejércitos, -el serbio, el musulmán y el croata- deberían reunirse mañana para revisar las propuestas. Por lo pronto, las posiciones serbias y las musulmanas están muy distantes: los primeros exigen que las fronteras de la zona desmilitarizada se establezcan sobre la línea del frente; los segundos aspiran a ampliarla 20 kilómetros. Thorvald Stoltenberg recordó a los serbios que su triunfalismo provocado por la decisión de la comunidad internacional de abstenerse del uso de la fuerza podría ser prematuro: "Creo que todos entienden, incluidos los serbios de Bosnia, que la intervención militar no puede ser excluidia".
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