Estética de lo invisible
Últimamente han proliferado como margaritas este tipo de exposiciones bajo genéricos tales como Imágenes sin luz, Pixel y grano de plata o Imágenes de otro mundo, entre otras. Todas ellas tienen como denominador común un repertorio de tomas fotográficas, resultado de la investigación médica, biológica, astronómica.... plasmadas sobre una placa para la que la escala de grises o la aparición de unos colores determinados se convertían en signos a descifrar. Los mestizajes entre lo analógico y lo numérico sirvió de referente para distinguir lo fotográfico de lo científico; eso sí, con el denominador común de haber mediado una cámara y un cuarto oscuro en ambas áreas. De por medio quedaba una zona indefinida, registrada con la exclusiva intencionalidad científica, que más tarde tomaría carta de naturaleza como una bella composición fotográfica. El instante decisivo de esta vida oculta -que jamás imaginé Cartier Bresson retratar- aparece reflejado en numerosas imágenes mostradas en esta exposición -sin duda la más completa de su género- producida en 1991 por el Centro Nacional de la Fotografía y el Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés.Imágenes de otro mundo es una bellísima muestra repleta de imágenes fotográficas registradas con otra vocación funcional distinta a la meramente plástica, cuyas conclusiones didácticas se compatibilizan con lo que hasta hace poco formaba parte de una estética de lo invisible. Con una impecable puesta en sala, a lo que ayuda el contrapunto arquitectónico del palacio de Velázquez, que subraya muchas de las tomas expuestas, como los clichés obtenidos mediante resonancia magnética nuclear. O el simulacro de flujos aerodinámicos entre un hilo de agua y el morro de un avión transformado en la metáfora visual de una medusa, que bien pudiera haber figurado en el apartado de escultura y fotografía de la Dokumenta VII (1982), de Kassel, firmado por el escultor-fotógrafo Boyd Webb.
Imágenes de otro mundo
Palacio de Velázquez. Parque del Retiro. Madrid. Hasta el 30 de junio.
Si desde un primer momento el daguerrotipo sirvió como la más útil herramienta de documentación científica, en poco tiempo alteró la cartografía tradicional. Por una foto, en la Antártida, el monte Sipple se desplazó 70 kilómetros de los mapas, teniéndose que borrar de los atlas las cadenas montañosas que se habían imaginado.
Babelia
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